viernes, 5 de abril de 2024

"A la sombra de las muchachas en flor".


 
Entonces cada viernes escribía un cuento.
 
Conocí a Inma López Ayala una tarde en la que se pasó por la Feria del Libro del Retiro para que le firmara los "Cuentos de los viernes" (Bartleby, 2015). Hace unos días escribió un post aludiendo a uno de los "Cuentos de los otros" (2017), y dijo: "Recuerdo ese cuento, el patio del cuento, el patio de la librería, que yo, como lectora, decoraba con tiestos de geranios y mesas vestidas con tapetes, y un florero. Son imágenes que le vienen a una sin llamarlas.
 
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"El patio de la librería".
 
"Acabo de traducir dos libros del francés. Gracias a las traducciones y a los pocos ahorros que me quedan de mi estancia en la Universidad Claude Bernard de Lyon mantengo en pie este negocio.
 
Una tarde entré por casualidad a tomar un café en un lugar que me pareció tan literario como decadente, y en seguida supe que allí estaría a gusto. Era un café librería donde no se vendían best-sellers. La dueña rondaba los cuarenta años. Era guapa, delgada, con poco pecho y mucha cultura. Las primeras veces me senté en un sillón azul y solo nos dirigimos la palabra de forma protocolaria, para pedir la consumición, pagar la cuenta y llevarme algún libro que otro. Un día empezamos a hablar abiertamente de literatura. Como no había más clientes me dijo que la acompañara al patio, donde podría fumar. Comentamos cosas de Proust y de ahí pasamos a Camus y Yourcenar.
 
Cada vez nos mirábamos a los ojos con más intensidad.
 
Se levantó para atender a un cliente y cerró la puerta con llave. Regresó con las “Memorias de Adriano” traducidas por Cortázar y puso el libro encima de la mesa. Seguimos hablando de la escritora belga mientras ella no dejaba de fumar. En la siguiente media hora se levantó tres veces más y en todos los casos volvió a echar la llave. Este extraño comportamiento me estaba convenciendo de que me quería seducir.
 
Cuando regresó yo no estaba. No podía haber salido del patio, se dijo, era imposible. Aun así buscó por todos los rincones del café, en el aseo, incluso en la habitación del fondo donde en ocasiones se quedaba a dormir. Desesperada regresó al patio. Encendió otro cigarrillo, abrió el libro de Yourcenar y pasó las hojas con rapidez.
 
Me encontró en la página 51".
 
("El patio de la librería", 2017, "Cuentos de los otros", Bartleby, pp. 16 y 17).
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Y en un viernes tan hermoso en el que he citado al francés Marcel Proust y a la belga Marguerite Yourcenar, qué mejor que escuchar la sonata del belga César Franck que pudo inspirar la sonata de Vinteuil que atraviesa las páginas de "En busca del tiempo perdido" y su segundo tomo "À l'ombre des jeunes filles en fleurs", como en esta fotografía con varias de mis alumnas que fueron a verme a la Feria del Libro del Retiro y tienen los "Cuentos de los viernes" en la mano:
 

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