jueves, 3 de julio de 2025

"Soñadores".


 
A los seres humanos nos gusta contarnos la vida, la nuestra y las de los demás. Y a mí me gusta sentarme en una terracita para que los escritores me escriban esa vida mientras la leo y suena un solo de trompeta.
 
La escritora y profesora Montserrat Abumalham (Nuria Condor) nació en Marruecos, tiene orígenes catalanes y libaneses, fue profesora de estudios árabes e Islam en la facultad de Filología de la Complutense y además escribe novelas y cuentos. Este curso pasado estuvo en la tertulia presencial, y desde entonces me ha dado por leer algunos de sus libros, como son "Cuando el cielo era azul" (2024, Avant) y "Una comuna en Caltanissetta" (2025, La Moderna) y he observado que escribe bien y además lo que escribe me interesa, algo que valoro de verdad, el sentir curiosidad por el nuevo libro que cae en mis manos. La historia de amor entre Marta y Juan de la primera novela podría ser la de la propia autora, y, aunque está escrita en tercera persona, bien podría haber sido ella la narradora que nos va contando la vida de una saga familiar que se extiende a lo largo del siglo XX. De una forma inteligente la autora se convierte en autora implícita y luego en narradora. De esta forma logra una distancia con la historia que a mí me lleva a pensar incluso en el inicio de La Regenta, observando la pequeña ciudad de provincias desde lo alto del campanario o de sus propios recuerdos. La historia se inició con "Todos extraños" (2019), siguió con "Trapos sucios" (2022) y termina con ese "cielo azul" casi de la mano del Concilio Vaticano II y el deseo de libertad de aquellos universitarios que quisieron cambiar el mundo sin lograrlo (salvando las distancias algunas páginas me recuerdan la penúltima película de Bernardo Bertolucci, "Soñadores" (2003), con el mayo del 68). Y se prolonga en "Una comuna en Caltanissetta", cuando los personajes principales, Amparo, Mini, Sonsoles y Victoria, nos llevan con sus vidas hasta la pandemia de la Covid 19 y, puesto que no han podido cambiar el mundo, sueñan con vivir en una especie de comuna de la edad madura, tal y como la imaginó Leonardo Sciacia, el escritor siciliano que decía que El Quijote había que leerlo al menos dos veces en la vida. Si el mundo de Montserrat nace en una ciudad como Ceuta (más que en Tetuán) y pasa por Madrid -universitariamente hablando- termina en Murcia, donde vive la propia autora una vez retirada de sus clases y del ruido del mundo.
 
Y ahora me tomo el primer café de la mañana y me doy una vuelta por Sicilia, en concreto por Caltanissetta, y escucho la trompeta de la que hablaba al principio:
 
Hay algo noble y profundo en la literatura de Montserrat Abumalham.

miércoles, 2 de julio de 2025

"Un pequeño homenaje a uno de los últimos humanistas".


 
He esperado unos días para asimilar su muerte. Admiraba a Germán Gullón por su continua defensa del humanismo, la buena literatura y el equilibrio vital y esencial. Y agradezco a su prima Charo Alonso Panero que me lo presentara, de la misma manera que agradezco a Germán sus ensayos y artículos publicados sobre crítica literaria y sus libros "Galdós, maestro de las letras modernas" (2020) y "Emilia Pardo Bazán o el tiempo de la mujer", (2021). Ya he comentado en varias ocasiones que aprendí a escribir leyendo a Galdós, y esto me hizo mirar con cariño a Germán. Su último libro fue "España, juguete del oportunismo. El desgaste nacional tras las elecciones del 23J. 2023" (2024), donde se mostraba crítico con la pérdida del valor de las humanidades, el hábito de la lectura y el pensamiento y también con la situación política de autocracia, en España, Estados Unidos, etc.
 
En marzo del 21 Germán subió a su canal de Youtube una charla con su mujer, la pintora Heilet van Ree, relativa a las ideas del semiólogo Umberto Eco expuestas en "The Role of the Reader" (1979) y la conocida dualidad entre novela "cerrada" y novela "abierta". Y para ilustrar esta oposición puso como ejemplo dos novelas que acababa de leer. Una novela cerrada sería "Independencia" (2021), de Javier Cercas, publicada por Tusquets, y una novela abierta la mía, "Poeta en Madrid", publicada por Huso el mismo año, un debate significativo en estos tiempos de cambio de paradigma literario o lo que a mí me gustaría que ocurriera. Cercas ha publicado, recientemente, un libro sobre el Papa Francisco, y este lunes ha escrito un artículo en El País sobre el final del gobierno de Pedro Sánchez que ha tenido cierta repercusión. Estoy seguro de que Germán hubiera estado de acuerdo con él.
 
De todas formas, la política me aburre, y continúo con la literatura, que es mucho más interesante e intemporal. Todo va muy deprisa y no me da tiempo a asimilar tantos cambios. Todo se queda viejo en seguida, pero permanecen algunas cosas, como los libros y la voz de Germán:
 

martes, 1 de julio de 2025

"El flâneur en color".


 

Toda la vida me han dicho que soy un excéntrico, un extravagante, por ejemplo en mi forma habitual de vestir. Rodeado de hombres con corbatas y de mujeres con traje de chaqueta, yo me ponía pajaritas y vaqueros. Si todo el mundo llevaba vaqueros, entonces vestía trajes. Supongo que es esa necesidad que tengo de ver la vida tanto en color como en blanco y negro.

"Es como si la sinfonía de la calle se integrara en la mente de quien fotografía en color", dijo el fotógrafo Joel Meyerowitz (Nueva York, 1938), que ha recibido el premio PHotoESPAÑA 2025. El otro día, antes de ver en el teatro Fernán Gómez "Casa de muñecas", estuve viendo una exposición de su obra en el mismo teatro. Inspirado por el fotógrafo suizo Robert Frank, Joel Meyerowitz dejó su trabajo en una agencia de publicidad en 1962 y comenzó a fotografiar las calles de Nueva York. La mayoría de los fotógrafos disparaban en blanco y negro, pero él optó por usar película a color. Fue uno de los primeros artistas en hacerlo, lo que posteriormente condujo a la aceptación de la fotografía a color como medio artístico. Siguiendo la tradición del flâneur (aquel observador callejero que deambula sin un propósito específico), Meyerowitz fotografió el mundo que lo rodeaba con una cámara de 35 mm prestada. Al encontrarse limitaciones al capturar los detalles, en 1976 comenzó a usar una cámara Deardorff de gran formato.
 
Lo explica en este pequeño video grabado en la sala de exposiciones del teatro Fernán Gómez:
 
Trabajando de esta forma, combinó la espontaneidad de la fotografía callejera con un enfoque más pausado y meditativo, y dijo que era como "pasar del jazz a la música clásica", lo que me recuerda la irresistible "Rhapsody in Blue":
 
Y pienso que también tengo bastante de flâneur, como les ocurrió a Gershwin y Bernstein.
 
(Este post se lo dedico a Isabel Sifre, que ayer me escribió, con su gran amabilidad, para decirme que no había publicado ningún post y me echaba de menos).