jueves, 6 de noviembre de 2025

"La noche de los mayas".


 

 
El otro día se publicó una reseña inteligente en el diario El Imparcial sobre mi último libro, por parte de Jose Manuel Lopez Marañon, que sin duda me demostró que se había leído todo el libro, lo cual es una noticia fantástica en estos curiosos tiempos que vivimos. Su análisis lo ha leído mucha gente (incluso bastantes alumnos míos que me lo han ido diciendo con el paso de los días) y algunas personas incluso se lo llevaron a su muro, como la mexicana Marissa Lopez Barron, y añadió unas halagadoras palabras sobre mí. Todas estas cosas me hacen feliz, como dar clase e incluso hacer descansos para tomarme un café y sacarme la segunda fotografía con el sol de cara, mientras sale con fuerza sobre Madrid. Siempre hablo de lo que significa ser profesor para mí y de mi relación con mis alumnos, y a la vez resulta interesante lo que hay alrededor de la vocación, como leer, estudiar, escribir, estar siempre al día sobre lo que debes contar y tienes que pensar. Es fascinante cómo me miran mis alumnos en clase y poder convertirlos en librepensadores. Y volviendo al principio me apetece ser agradecido con las personas que tienen el detalle de fijarse en mí, en lo que digo y escribo. Por eso hoy me voy a marchar a clase escuchando a Silvestre Revueltas (1899-1940), uno de los grandes compositores de México, en concreto "La noche de los mayas", con una directora como la también mexicana Alondra de la Parra y poder darme una vuelta por París con el pensamiento, porque la belleza y la felicidad son dos cualidades que siempre me acompañan cuando madrugo. Levantarse temprano es una manera de retrasar la muerte, lo mismo que el arte y la literatura. Revueltas utiliza métricas mixtas que alternan compases como 6/8 y 3/4 y también incorpora patrones sincopados y el "tresillo" (patrón rítmico que es de origen africano presente en la música latinoamericana), creando una sensación de movimiento constante y energía incontenible. Dos hombres están enamorados de una misma mujer; uno es del pueblo de origen maya donde ella vive; el otro es un extranjero, un hombre "blanco" al que la mujer decide entregarse, lo que provoca no solo la cólera del rival sino de los dioses. El castigo divino seca los pozos y hace que arda de sed la tierra. La gente sufre. El chamán del pueblo dictamina que la mujer tiene que ser sacrificada. El amante despechado asesina al extranjero y presenta su cuerpo a la mujer. Presa de dolor, ella se arroja a las profundidades del cenote sagrado:
 
Llueve de nuevo sobre Chichén Itzá.

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