martes, 11 de noviembre de 2025

"Tertulia, 1929".



 


Miro la fachada del Reina Sofía y me encuentro con la reproducción de un cuadro de Ángeles Santos Torroella. Con 18 años pintó aquel retrato de cuatro mujeres que fuman, leen y se relajan en sofás, pero donde nadie habla. Se perciben la frialdad en la habitación gris y la influencia de las vanguardias europeas de la época, como la "Nueva Objetividad alemana", y también me recuerda La tertulia del Café de Pombo de José Gutiérrez Solana, reunión donde todos son hombres. Estas mujeres son libres, pero únicamente dentro de su casa, solo en esa pequeña habitación impregnada de gris tristeza que bien podría ser la España de la época. Ese era su estilo expresionista, de belleza tenebrosa. Surrealista y de las Sinsombrero, Ángeles Acosta nació en Portbou en 1911 y murió con 102 años en Madrid. Portbou es uno de los escenarios de mi novela "Entrevías mon amour" (2009, Bartleby). Ella se inició en el dibujo en el internado de la Congregación de la Inmaculada Concepción en Sevilla. En 1927 se fue a Valladolid, y allí recibió clases particulares del pintor Cellino Perotti. Se integró en los círculos intelectuales de vanguardia de Madrid y entabló amistad con Juan Ramón y Lorca, cuyas obras le causaron un gran impacto. La jovencísima artista tendría cierto éxito en la España de la República. Poco después se casó, estalló la Guerra y empezó a hablar sola. Su convencional y bienintencionada familia la ingresó en un psiquiátrico. Después de esto, nada sería igual. 
 
¿Paseamos por el Reina Sofía para conocerla mejor?
 
En mi tertulia de esta tarde vamos a hablar de arte y de literatura con las escritoras Maite López Blanch y Marta Muñiz Rueda, en torno a la figura de Antonio Gaudí. Sé que a Ángeles le hubiera gustado asistir hace cien años.

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