Este martes nos visita en la tertulia del "Café Gijón" el escritor, músico y editor Pedro Gascón.
Nació en Albacete en 1977, se licenció en Humanidades y es profesor de
Lengua Castellana y Literatura en un instituto de La Mancha. Como músico
ha sacado seis discos a la calle, creado la discográfica "Molusco
discos" y participado en la dirección artística del videoclip "De donde
no se vuelve". En el terreno literario ha creado el sello "Chamán
Ediciones" (2015) junto a Anaís Toboso, y ha editado su primer libro de
poemas, titulado "Las mudas soledades", en la línea de Lope de Vega.
En el siguiente artículo de ABC, escrito por José Luis Morante,
que también nos acompañará en la tertulia, se le puede conocer un poco
más. Será, como cada martes, a las 18.30 h., en la cripta del café,
Paseo de Recoletos, 21, de Madrid. Lo presentará Javier Del Prado Biezma.
Este es un poema de su libro dedicado a su hija Ainielle, recién nacida.
"Llegarás bordeando el camino".
"Igual que ahora asomas a esta vida,
acudiendo intensa tú a su llamada,
llegarás bordeando el camino.
acudiendo intensa tú a su llamada,
llegarás bordeando el camino.
Tus pies se cubrirán de barro,
tus manos se llenarán de barro,
tu cuerpo se impregnará de barro.
tus manos se llenarán de barro,
tu cuerpo se impregnará de barro.
De barro y de piedras tensas
vestirán tus más fieles enemigos;
enmarcarados figurantes,
transeúntes sin rostro y voces,
falaces sombras impías de inquietud,
todos ellos compañeros de este viaje,
y, aun así,
llegarás bordeando el camino.
vestirán tus más fieles enemigos;
enmarcarados figurantes,
transeúntes sin rostro y voces,
falaces sombras impías de inquietud,
todos ellos compañeros de este viaje,
y, aun así,
llegarás bordeando el camino.
Sin darte cuenta
te acostumbrarás al silencio de los años,
al placer de los días
y a la serena calma en abandono.
Pero también sentirás,
como inquieta bestia de sangre que eres,
el dolor de las zarzas
y el nostálgico amarillo erizón
cubriendo de luz
el mundo de la ortiga y de la aliaga.
te acostumbrarás al silencio de los años,
al placer de los días
y a la serena calma en abandono.
Pero también sentirás,
como inquieta bestia de sangre que eres,
el dolor de las zarzas
y el nostálgico amarillo erizón
cubriendo de luz
el mundo de la ortiga y de la aliaga.
Cuando notes el frío en la altura
no deberás temer. No tendrás miedo
ni a las sabandijas ni al hedor de sus bocas,
porque ya para entonces habrás descubierto
que nacer es bogar a la deriva
salvaje y cruel de la intemperie
y querrás continuar, habitante insistente,
en la senda de la luz y de los días.
no deberás temer. No tendrás miedo
ni a las sabandijas ni al hedor de sus bocas,
porque ya para entonces habrás descubierto
que nacer es bogar a la deriva
salvaje y cruel de la intemperie
y querrás continuar, habitante insistente,
en la senda de la luz y de los días.
Hablarás el idioma de las vacas,
del aullido solitario hallarás asombro,
jugarás con el ulular del búho chico
y el elegante deambular de los pájaros.
Del zumbar despertarás del aire somnolienta
y en la fría nieve crujirá la luz
y, así, llegarás bordeando el camino.
del aullido solitario hallarás asombro,
jugarás con el ulular del búho chico
y el elegante deambular de los pájaros.
Del zumbar despertarás del aire somnolienta
y en la fría nieve crujirá la luz
y, así, llegarás bordeando el camino.
Recuerda en tu ascenso todo el terreno avanzado,
nunca olvides tus pasos
y el escurridizo y terco barrizal que te retuvo.
Continúa la subida, tranquila,
libre de movimiento.
Que no te retengan las alimañas
que salgan a tu paso,
que no te salpiquen sus bufidos fétidos
llenos de odio, temor y violencia,
que no sientan ni huelan tu miedo,
que se asombren ante tu insistencia a la altura,
que te permitan vagar así por la tierra,
como una montaña en mitad de las horas.
Y, así, llegarás bordeando el camino.
nunca olvides tus pasos
y el escurridizo y terco barrizal que te retuvo.
Continúa la subida, tranquila,
libre de movimiento.
Que no te retengan las alimañas
que salgan a tu paso,
que no te salpiquen sus bufidos fétidos
llenos de odio, temor y violencia,
que no sientan ni huelan tu miedo,
que se asombren ante tu insistencia a la altura,
que te permitan vagar así por la tierra,
como una montaña en mitad de las horas.
Y, así, llegarás bordeando el camino.
Cuando llegues a Ainielle (1)
que no te sorprenda la ruina y su derrumbe,
que no te espante el abandono y su declive.
Hallarás las casas desvencijadas, caídas en tierra.
Travesaños varados, durmientes del tiempo,
vigilando estarán tu llegada.
Encontrarás el imperio de la ortiga como único habitante
y el silencio deborando las calles
loco por la caída de su reino.
que no te sorprenda la ruina y su derrumbe,
que no te espante el abandono y su declive.
Hallarás las casas desvencijadas, caídas en tierra.
Travesaños varados, durmientes del tiempo,
vigilando estarán tu llegada.
Encontrarás el imperio de la ortiga como único habitante
y el silencio deborando las calles
loco por la caída de su reino.
Cuando recorras sus casas no temas a la ruina,
no hagas caso al oxido ni al musgo que todo cubre,
de nada servirán si en tu nombre portas la memoria del lugar
y el recuerdo de los que allí existieron.
Encontrarás el final del camino
como una mujer sabia de experiencias,
y reconocerás en él lo bello,
lo preciso, que la vida te otorga.
no hagas caso al oxido ni al musgo que todo cubre,
de nada servirán si en tu nombre portas la memoria del lugar
y el recuerdo de los que allí existieron.
Encontrarás el final del camino
como una mujer sabia de experiencias,
y reconocerás en él lo bello,
lo preciso, que la vida te otorga.
Ni a las sabandijas ni a otras alimañas,
ni a los seres de barro y piedras tensas deberás temer,
si tu carácter es de fortaleza,
como aquella ruina y aquel derrumbre
que pese a todo allí permanecen.
ni a los seres de barro y piedras tensas deberás temer,
si tu carácter es de fortaleza,
como aquella ruina y aquel derrumbre
que pese a todo allí permanecen.
Al final de lo andado
sonreirás recordando a tus padres,
y como un ligero soplo de aire,
desde el conocimiento y la altura,
desde la luz y el pensamiento,
volverás al origen de los días,
y, así, llegarás bordeando el camino".
sonreirás recordando a tus padres,
y como un ligero soplo de aire,
desde el conocimiento y la altura,
desde la luz y el pensamiento,
volverás al origen de los días,
y, así, llegarás bordeando el camino".
(1) Ainielle es el nombre de un pueblo abandonado del Pirineo Aragonés
en donde el escritor Julio Llamazares situó el personaje y la trama de
su obra "La lluvia amarilla".
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