Un travelling recorre los Campos Elíseos de París como un enunciado moral (en la fotografía).
Los planos se rompen desde el principio de manera longitudinal, no
existe sonido directo a pesar de que se rueda con cámara en mano, el
monólogo interior lo llena todo y lo mismo ocurre con la mirada del
autor y el narrador, que actúan como una especie de monólogo interior,
como ya había ocurrido años atrás en la literatura y el arte. La cámara
se detiene en cosas que no tienen que ver,
aparentemente, con la acción, coches que pasan, carteles de cine en las
paredes, diálogos anodinos entre los personajes, policías que no lo
parecen. En realidad no hay acción. Tampoco puede olvidarse que la chica
y el propio director de la película son los que terminan denunciando al
protagonista a la policía. Los personajes repiten una frase de la
novela de William Faukner "Las palmeras salvajes", "entre el dolor y la
nada, prefiero el dolor".
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