viernes, 15 de marzo de 2019

El libro de Almudena Mestre sobre mi obra literaria.

(Si para esto sirve la literatura, bienvenida sea. Gracias José Félix, gracias Almudena).

EL ENSAYO.

"Siempre que hablo de jazz, me sale una voz pareja." (Julio Cortázar)

(Post dedicado a Cristina, mi nieta, que hoy cumple sus primeros cinco años de vida).

Recientemente me llegó por correo el obsequio de Almudena Mestre, mi gran amiga de Madrid. El paquete contenía su último ensayo en forma de tesis “LENGUAJE Y FICCIONALIDAD A RITMO DE JAZZ” con el subtítulo “La obra literaria de Justo Sotelo”, editada por Huerga y Fierro. No es la primera obra que me envía. Antes fue un documentado libro descriptivo de un lugar muy entrañable para ella “El Capricho de Madrid”. Jardines en los que inspirarse para recitar sus hermosos poemas del viejo y nuevo Madrid.

La conocí, cómo no, durante la travesía de mi trasplante en el Toma Jamón de Majadahonda acompañada de su marido cuando me vinieron a visitar para apoyarme con sus palabras. Al protagonista de su ensayo Justo Sotelo Navalpotro lo conocí por casualidad en un vuelo Tenerife-Madrid en el que charlamos de lo humano y lo divino como no podía ser menos con un escritor de su enjundia, profundo conocedor de la naturaleza humana. Coincidimos mucho después en una presentación de su libro “Los Cuentos de los Viernes” en la Librería de Mujeres de Santa Cruz de Tenerife.
Repaso de una trayectoria, temáticas diversas, estructuras de su lenguaje rico en ingenio e imaginación, repaso de los sucesos de encuentros inesperados, estados mentales y poderosos quiebros entre el poder y el erotismo. A través de códigos establecidos en su lenguaje se van desbrozando las modalidades narrativas de un autor en el que convergen lo extraordinario y lo cotidiano en una sucesión de auténticas creaciones de ficciones novedosas envueltas ciertamente en un aroma jazzistico que envuelve imágenes siempre enriquecedoras.

Me ha cogido en el preciso momento en el que intento desarrollar un acercamiento a una época romántica en el siglo XIX desde las distancias que delimitan mi Isla y la hacen infinitamente lírica y costumbrista.

Victorina Bridoux (1835-1862) la dama romántica de Tenerife, cuyo libro póstumo “Lágrimas y flores” me sedujo desde el principio, editado por su marido, me sirvió de lectura en los Jardines del Capricho durante mis días de recuperación. Se fraguó casi desde allí un proyecto de inmersión en una figura femenina que por su escasa trayectoria vital, su vida especialmente romántica y el hecho de ser la primera mujer autora de un libro de poemas completamente resuelto en un compendio de versos íntimos y desbordantes me hizo amar la Poesía con mayúsculas. Ella fue la conductora de una sucesión de voces femeninas que en medio de una población sesgada por la rutina y la desidia elevó su voz juvenil para describir el estado de ánimo y el sentir de su alma con el impudor de los que tratan de trascender en la vida.

Nada que ver mi intento con los excelentes trazos que dejó la grande y longeva María Rosa Alonso(1909_2011) con su ensayo “En Tenerife, una poetisa. Victoria Bridoux Mazzini” que me sirvió de guía y aún me sirve de acicate para acercarme al personaje profundizando en su obra.

Almudena Mestre es de esas personas que ayudan en la enfermedad y en el andar por los caminos de la humilde creación de un arquitecto metido a hombre de letras. Un ser maravillosamente sincero y amable que, hecha a sí misma, trabaja incansable en su formación antes de dar cada paso. Personas así estimulan. Y ambos, autora y biografiado, me enseñan caminos que yo solo he de recorrer en muy escaso tiempo.

Gracias a ellos, gracias a Victorina con sus escasos veintisiete años, comprendo lo que puede dar de sí esta experiencia a la que me aferro con toda mi alma después de acumular todo lo que he podido aprender y contar todo lo que podido encontrar.

José Félix Sáenz-Marrero Fernández.

26/2/2019 (te espero en las próximas páginas, Cristina).


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