EL ENSAYO.
"Siempre que hablo de jazz, me sale una voz pareja." (Julio Cortázar)
(Post dedicado a Cristina, mi nieta, que hoy cumple sus primeros cinco años de vida).
Recientemente me llegó por correo el obsequio de Almudena Mestre, mi
gran amiga de Madrid. El paquete contenía su último ensayo en forma de
tesis “LENGUAJE Y FICCIONALIDAD A RITMO DE JAZZ” con el subtítulo “La
obra literaria de Justo Sotelo”, editada por Huerga y Fierro. No es la
primera obra que me envía. Antes fue un documentado libro descriptivo de
un lugar muy entrañable para ella “El Capricho de Madrid”. Jardines en
los que inspirarse para recitar sus hermosos poemas del viejo y nuevo
Madrid.
La conocí, cómo no, durante la travesía de mi trasplante
en el Toma Jamón de Majadahonda acompañada de su marido cuando me
vinieron a visitar para apoyarme con sus palabras. Al protagonista de su
ensayo Justo Sotelo Navalpotro lo conocí por casualidad en un vuelo
Tenerife-Madrid en el que charlamos de lo humano y lo divino como no
podía ser menos con un escritor de su enjundia, profundo conocedor de la
naturaleza humana. Coincidimos mucho después en una presentación de su
libro “Los Cuentos de los Viernes” en la Librería de Mujeres de Santa
Cruz de Tenerife.
Repaso de una trayectoria, temáticas diversas,
estructuras de su lenguaje rico en ingenio e imaginación, repaso de los
sucesos de encuentros inesperados, estados mentales y poderosos quiebros
entre el poder y el erotismo. A través de códigos establecidos en su
lenguaje se van desbrozando las modalidades narrativas de un autor en el
que convergen lo extraordinario y lo cotidiano en una sucesión de
auténticas creaciones de ficciones novedosas envueltas ciertamente en un
aroma jazzistico que envuelve imágenes siempre enriquecedoras.
Me ha cogido en el preciso momento en el que intento desarrollar un
acercamiento a una época romántica en el siglo XIX desde las distancias
que delimitan mi Isla y la hacen infinitamente lírica y costumbrista.
Victorina Bridoux (1835-1862) la dama romántica de Tenerife, cuyo libro póstumo “Lágrimas y flores” me sedujo desde el principio, editado por su marido, me sirvió de lectura en los Jardines del Capricho durante mis días de recuperación. Se fraguó casi desde allí un proyecto de inmersión en una figura femenina que por su escasa trayectoria vital, su vida especialmente romántica y el hecho de ser la primera mujer autora de un libro de poemas completamente resuelto en un compendio de versos íntimos y desbordantes me hizo amar la Poesía con mayúsculas. Ella fue la conductora de una sucesión de voces femeninas que en medio de una población sesgada por la rutina y la desidia elevó su voz juvenil para describir el estado de ánimo y el sentir de su alma con el impudor de los que tratan de trascender en la vida.
Nada que ver mi intento
con los excelentes trazos que dejó la grande y longeva María Rosa
Alonso(1909_2011) con su ensayo “En Tenerife, una poetisa. Victoria
Bridoux Mazzini” que me sirvió de guía y aún me sirve de acicate para
acercarme al personaje profundizando en su obra.
Almudena Mestre
es de esas personas que ayudan en la enfermedad y en el andar por los
caminos de la humilde creación de un arquitecto metido a hombre de
letras. Un ser maravillosamente sincero y amable que, hecha a sí misma,
trabaja incansable en su formación antes de dar cada paso. Personas así
estimulan. Y ambos, autora y biografiado, me enseñan caminos que yo solo
he de recorrer en muy escaso tiempo.
Gracias a ellos, gracias a
Victorina con sus escasos veintisiete años, comprendo lo que puede dar
de sí esta experiencia a la que me aferro con toda mi alma después de
acumular todo lo que he podido aprender y contar todo lo que podido
encontrar.
José Félix Sáenz-Marrero Fernández.
26/2/2019 (te espero en las próximas páginas, Cristina).
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