El otro día estaba leyendo EL PAÍS en la terracita del Café Comercial cuando en la página 24 me encontré una fotografía de una chica en la Fontana di Trevi. En seguida me vino a la cabeza la bella melodía de Nino Rota que acompaña a Marcello Mastroianni a lo largo de la película de Fellini. Y luego están Anita Ekberg y Anouk Aimée:
Suelo desayunar a veces en este sitio, ya que no está lejos de casa. Aquí pasé muchas tardes estudiando con mis amigos y resolviendo problemas de Matemáticas. La Facultad estaba cerca, en el centro de Madrid, y siempre que salíamos de un examen nos íbamos a los cines de Fuencarral. En el quisco de la Plaza de Bilbao he comprado películas (recuerdo algunas de Woody Allen), además del periódico. Fellini quiso hacer una película como una escultura de Picasso, que le permitiera romper la historia en pedazos, para juntarlos después. Era una nueva moral, donde la libertad no tenía límites y el pecado había sido desterrado. Y la fuente. "Marcello, come here. Hurry up". La primera mujer de la creación, la madre, la hermana, la amante, la amiga, el ángel y el demonio. En aquella fuente, donde Marcello desea tocarla como si la diva fuera una imagen inaccesible, deja de correr el agua. Ocurre de repente, en medio del silencio, y llega el amanecer, como ahora.
Dicen que hoy va a ser el día más caluroso del año.
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