lunes, 30 de agosto de 2021

"Martin Eden (2019)".

Es esta necesidad de sentirme vivo y feliz cada día, de ser parte de mi época e intentar ir más allá. Mi tesis sobre Murakami comenzaba diciendo que la literatura contribuye a captar y asimilar las ideas de cada momento histórico. El artista que trasciende su historia es el que percibe lo que todavía no está resuelto en la mentalidad de su época, y lo brinda a la sociedad para que lo transforme en el estilo de su tiempo. La mentalidad o espíritu de una época no son solo las ideas puras de los científicos o filósofos, sino también la fantasía, la imaginación y la sentimentalidad ética. Este es un período donde se ha arrumbado la idea de frontera, ya sea política, económica, social o cultural, y quizá por ello triunfan las narraciones auto-anulantes y auto-reveladoras (la metaficción en general), las narraciones “ich” y las novelas llenas de mundos imposibles no autentificables. Ya no se cree, además, en los dioses que dirigen los destinos desde su mundo sobrenatural.

Ayer vi una de las mejores películas europeas de los últimos años, y que ejemplifica todo esto. Pietro Marcello (Caserta, Italia, 1976) se basa en la novela semi autobiográfica de Jack London (el conocido autor de "Colmillo blanco" y "La llamada de lo salvaje"), una historia de iniciación o "bildungsroman", para elaborar una película distinta, absolutamente posmoderna y actual, donde se rompe el tiempo, y el personaje se pasea por el siglo XX vistiendo de forma anacrónica, escuchando diferentes músicas y reflexionando sobre el oficio del escritor en una época que está dominada por los extremos, desde el comunismo al individualismo y el anarquismo. El director italiano traslada del Oakland original de London al Nápoles de principios del siglo XX la historia del marinero Martin Eden quien, tras rescatar a un muchacho de unos matones, se gana la simpatía de una familia burguesa. Martin (Luca Marinelli) se siente fascinado por los Orsini, sobre todo por la hermosa hija Elena (Jessica Cressy), a pesar de la diferencia cultural. La primera conversación entre los dos es sobre Baudelaire, y él no sabe qué decir porque casi es analbafeto. Este joven de clase obrera acostumbrado al trabajo físico se sumerge en un proceso de autoaprendizaje a través de los libros. Martin no solo adquiere una vasta cultura literaria de forma autodidacta, sino que aprende además el arte de la escritura hasta convertirse en un autor famoso.
 
Jack London (San Francisco, 1876-Glen Ellen, 1916) es uno de los primeros escritores modernos en ser utilizado descaradamente por la industria cultural de su época con el fin de vender cuantos más libros mejor y ser famoso, hasta hacerle entrar en una depresión, lo que refleja la segunda parte de la película, que me recuerda al cine decadente de Visconti, ya que otras partes me conducen al cine de Rossellini, Bresson y Tarkovski. En la fotografía están el director y el actor, y como me han dicho tantas veces que parezco un actor italiano, no me importaría estar también en esa foto. 
 
Este es un tráiler de la película:
 
Ahora me tomo el primer café de esta mañana de verano y pienso que me gustan el cine y la literatura que me hacen "pensar" en mi tiempo y en lo que soy.
 

 

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