martes, 24 de agosto de 2021

"Las actrices y el cine de Bergman".

Como estoy escribiendo cada día una página del libro que relaciona el cine con la literatura (y con la música y hasta mi propia vida), me apetece compartir esta mañana de verano el último post escrito por una actriz y amiga, María Rodríguez Velasco.
 
"Si entras por mi ventana, recuerda que soy todas las mujeres que no fui. Mi piel huele a ellas, mis hombros sostienen sus voces. No renuncio a ninguna. Me eligieron.
 
Y tú, que me miras con la incredulidad instalada en las retinas, apartas mi pelo, como si con un beso pudieras borrar las estelas de mi cuello".
 
Después de leer el breve y poético texto de María y apartar su pelo de la foto, me fijé en las actrices de detrás. Entonces comenté que no estaba mal que eligiera a Harriet Andersson, Liv Ullmann (ambas amantes de Bergman) y Diane Keaton para mimetizarse en ellas. Me respondió con su habitual y proverbial educación que no se trataba de Harriet, sino de Bibi, que también lo amó, así como la mayoría de las actrices que participaron en sus películas. Reconocí este error y me puse a pensar en el cine de Bergman, "Fresas salvajes" (1957), que es mi película preferida, "El séptimo sello" (1957), "El manantial de la doncella" (1960), "Gritos y susurros" (1972), que es la película que me vino a la cabeza tras leer el post de María, "Secretos de un matrimonio" (1974), que tendría su continuación un cuarto de siglo después con "Saraband" (2003) o "Fanny y Alexander" (1982). El cine de Bergman es una mezcla del teatro de Strindberg e Ibsen en busca del significado del alma y la conciencia del ser humano. Es la lucha entre la fe y la ciencia, entre el bien y el mal, entre la fidelidad y la infidelidad. Es una forma de ir contra la frase que el profesor Isak Borg dice en "Fresas salvajes", "las conversaciones de hoy solo se basan en criticar el comportamiento del prójimo".
 
Tras abandonar el cine y el teatro, en los últimos años de su vida se dedicó por entero a la literatura. Por casa andan su trilogía familiar y "Las mejores intenciones". Con estos libros y todas sus películas aprendí que lo esencial en esta vida es crear una obra, no criticar a los demás. Es absurdo perder el tiempo si lo que se dice y y lo que se escribe no te sirve para crecer.
 
Al igual que le ocurre a Woody Allen (Diane Keaton fue una de sus musas), Bergman es parte de mi siglo XX.
 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario