Esas manos que tocan el piano también escriben libros, los sueñan y viven con enorme pasión. Son las manos de la escritora y música asturiana Marta Muñiz Rueda que vive y trabaja en León y que ayer, a las 18.30 como siempre, presentó en nuestra tertulia on line (ya hemos hecho dos presenciales en Casa Manolo, al lado de los arcos de la Moncloa) su novela "Tú, yo, la luvia", una de las mejores que he leído este año.
Grabé un pequeño video desde el ordenador con sus manos y sus tangos, y no se escucha demasiado bien, lo que no oculta lo mucho que disfruté ayer charlando con Marta y los demás tertulianos de literatura y música, dos de las cosas que más me gustan. Marta ha escrito una novela en la que nos cuenta un mundo en el lado de allá (Buenos Aires) y en el de acá (Oporto) pasando por Roma y Madrid, una historia de "Amour Fou" donde me ha convertido en el seductor Plácido Salvatierra, aunque yo no soy ningún seductor ni he ligado nunca conscientemente en mi vida.
En los primeros minutos de la tertulia nos saludamos todos los que estábamos, a los que me gustó volver a ver a través de la pequeña pantalla del ordenador por Zoom pues ya forman parte de mi vida, a pesar de que suelo perderme entre las páginas de las novelas, las salas oscuras de los cines y las calles de cualquier ciudad que me llama amorosamente como las sirenas a Ulises; en esto tal vez sí tenga bastante que ver con el empresario teatral Plácido Salvatierra del que se enamoran las actrices y las bailarinas de tangos. Y hablé de los referentes literarios de Marta, como son Cervantes, Galdós, Lorca y Rosalía de Castro, entre los clásicos. Más recientes García Márquez, Cortázar, Pizarnik, Rulfo y Sábato y contemporáneos Eloy Tizón, Julio Llamazares, Almudena Sánchez, Sara Mesa, Raquel Lanseros, Gabriela Amoros (la Gabriela "tú" de la novela) y tiene la generosidad de incluirme. Para esta historia de amor entre Plácido y Gabriela me pidió que le escribiera el prólogo, lo que fue un placer para mí. Dejo por aquí algunos párrafos que leí ayer:
“El piano de Beethoven y el lenguaje de Marta Muñiz”.
Marta Muñiz es una poeta que escribe novelas o viceversa. Y también es una profesora de música que impregna las páginas que escribe de un ritmo y una armonía propios de la música de las esferas. Además es una romántica al estilo de Goethe o Lord Byron, por lo que en sus historias siempre aparece la idea del “amor loco”, amor por encima del bien y el mal. Lo describe todo minuciosamente (el interior de un avión, de un café, de las propias ciudades como Buenos Aires u Oporto), pero sobre todo describe los sentimientos de sus personajes con enorme precisión, ya se llamen Valeria Ferragano, Plácido Salvatierra (narrador principal de la novela y un protagonista que bien podría entenderse como una curiosa simbiosis entre Cary Grant y Woody Allen) o Gabriela Vargas, una especie de Maga contemporánea. Y lo hace con esa musicalidad y esa pasión que tanto me recuerdan a Beethoven o a algunas sonatas de Schubert. Si de Beethoven se decía que, a medida que dejaba de escuchar ciertas frecuencias por culpa de la creciente sordera, las apartaba de su mente y su forma de escribir, con Marta Muñiz ocurre algo parecido en cuanto a su utilización del lenguaje. Beethoven necesitaba un piano con cuerdas más tensas para poder escuchar o entender sus composiciones, y Marta Muñiz se centra en los estados de ánimo y las relaciones entre los hombres y mujeres (...) En esta novela ese lenguaje le lleva a centrarse en el tango como música “clásica” de Argentina, casi al ritmo de las páginas de Cortázar y el piano de Beethoven. Cada capítulo lleva el nombre de un tango, que es el que baila la autora tanto como sus personajes en el interior de su cabeza, como la descripción que hace Plácido de Gabriela y que resume, de alguna forma, lo que acabo de decir: “Ella estaba a mi lado y me miraba con sus ojos enormes, imponentes, llenos de lunas amarillas, como una mariposa liberada. Calentaba mis manos con las suyas. O tal vez era al revés. No sabría deciros. Solo sé que estaba conmigo y todo lo demás resultaba ocre y mediocre, vulgar e intransitivo. Las horas, los relojes, el olor a cerveza, los gritos y los goles, el océano azul”. O unas páginas más adelante. “Gabriela se quedó rígida al observarlos. Clavaba sus uñas de tal manera en mi antebrazo que pude sentir su ira a través de la camisa. Ardía, era un incendio. Sangrábamos” (...)
La charla fue apasionante, hablamos todos y a todos se nos dibujó la cara de los lectores y los escritores. Al final Marta se fue al piano y nos regaló los tangos que he puesto al principio. La banda sonora de la novela la ha subido a Youtube:
https://www.youtube.com/playlist?list=PL8o7yqwLraXgVGsaGeID__8tkfgorHsxx
El mundo es como es, con cosas buenas y cosas malas, y yo sé dónde están las buenas.
Grabé un pequeño video desde el ordenador con sus manos y sus tangos, y no se escucha demasiado bien, lo que no oculta lo mucho que disfruté ayer charlando con Marta y los demás tertulianos de literatura y música, dos de las cosas que más me gustan. Marta ha escrito una novela en la que nos cuenta un mundo en el lado de allá (Buenos Aires) y en el de acá (Oporto) pasando por Roma y Madrid, una historia de "Amour Fou" donde me ha convertido en el seductor Plácido Salvatierra, aunque yo no soy ningún seductor ni he ligado nunca conscientemente en mi vida.
En los primeros minutos de la tertulia nos saludamos todos los que estábamos, a los que me gustó volver a ver a través de la pequeña pantalla del ordenador por Zoom pues ya forman parte de mi vida, a pesar de que suelo perderme entre las páginas de las novelas, las salas oscuras de los cines y las calles de cualquier ciudad que me llama amorosamente como las sirenas a Ulises; en esto tal vez sí tenga bastante que ver con el empresario teatral Plácido Salvatierra del que se enamoran las actrices y las bailarinas de tangos. Y hablé de los referentes literarios de Marta, como son Cervantes, Galdós, Lorca y Rosalía de Castro, entre los clásicos. Más recientes García Márquez, Cortázar, Pizarnik, Rulfo y Sábato y contemporáneos Eloy Tizón, Julio Llamazares, Almudena Sánchez, Sara Mesa, Raquel Lanseros, Gabriela Amoros (la Gabriela "tú" de la novela) y tiene la generosidad de incluirme. Para esta historia de amor entre Plácido y Gabriela me pidió que le escribiera el prólogo, lo que fue un placer para mí. Dejo por aquí algunos párrafos que leí ayer:
“El piano de Beethoven y el lenguaje de Marta Muñiz”.
Marta Muñiz es una poeta que escribe novelas o viceversa. Y también es una profesora de música que impregna las páginas que escribe de un ritmo y una armonía propios de la música de las esferas. Además es una romántica al estilo de Goethe o Lord Byron, por lo que en sus historias siempre aparece la idea del “amor loco”, amor por encima del bien y el mal. Lo describe todo minuciosamente (el interior de un avión, de un café, de las propias ciudades como Buenos Aires u Oporto), pero sobre todo describe los sentimientos de sus personajes con enorme precisión, ya se llamen Valeria Ferragano, Plácido Salvatierra (narrador principal de la novela y un protagonista que bien podría entenderse como una curiosa simbiosis entre Cary Grant y Woody Allen) o Gabriela Vargas, una especie de Maga contemporánea. Y lo hace con esa musicalidad y esa pasión que tanto me recuerdan a Beethoven o a algunas sonatas de Schubert. Si de Beethoven se decía que, a medida que dejaba de escuchar ciertas frecuencias por culpa de la creciente sordera, las apartaba de su mente y su forma de escribir, con Marta Muñiz ocurre algo parecido en cuanto a su utilización del lenguaje. Beethoven necesitaba un piano con cuerdas más tensas para poder escuchar o entender sus composiciones, y Marta Muñiz se centra en los estados de ánimo y las relaciones entre los hombres y mujeres (...) En esta novela ese lenguaje le lleva a centrarse en el tango como música “clásica” de Argentina, casi al ritmo de las páginas de Cortázar y el piano de Beethoven. Cada capítulo lleva el nombre de un tango, que es el que baila la autora tanto como sus personajes en el interior de su cabeza, como la descripción que hace Plácido de Gabriela y que resume, de alguna forma, lo que acabo de decir: “Ella estaba a mi lado y me miraba con sus ojos enormes, imponentes, llenos de lunas amarillas, como una mariposa liberada. Calentaba mis manos con las suyas. O tal vez era al revés. No sabría deciros. Solo sé que estaba conmigo y todo lo demás resultaba ocre y mediocre, vulgar e intransitivo. Las horas, los relojes, el olor a cerveza, los gritos y los goles, el océano azul”. O unas páginas más adelante. “Gabriela se quedó rígida al observarlos. Clavaba sus uñas de tal manera en mi antebrazo que pude sentir su ira a través de la camisa. Ardía, era un incendio. Sangrábamos” (...)
La charla fue apasionante, hablamos todos y a todos se nos dibujó la cara de los lectores y los escritores. Al final Marta se fue al piano y nos regaló los tangos que he puesto al principio. La banda sonora de la novela la ha subido a Youtube:
https://www.youtube.com/playlist?list=PL8o7yqwLraXgVGsaGeID__8tkfgorHsxx
El mundo es como es, con cosas buenas y cosas malas, y yo sé dónde están las buenas.
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