miércoles, 28 de agosto de 2024

"Lo que me dice el arte de mi época".


 
Ayer Toñy Toro Garrido comentó en las redes socales que soy un "Quijote de un tiempo que no volverá y además el hombre perfecto". 
 
Como es lógico, ser perfecto es imposible, aunque le agradezco su bonita percepción, y me centro en la primera parte de su frase, en concreto en su alusión a que "el tiempo no volverá". Me gusta vivir cada momento de mi vida precisamente porque sé que ayer ya es tarde. Este verano he estado dos veces en la exposición que el TEA (Tenerife Espacio de las Artes) dedica al artista surrealista tinerfeño Óscar Domínguez, que considero a la altura de los grandes del siglo pasado, Picasso, Miró, Dalí o los poetas surrealistas franceses. Solo publicó un libro, que es el que da título a la exposición. Llegan dos personajes que "se cruzan" siempre a la misma hora, las cinco y un minuto, en el centro de la Plaza de la Bastilla, como si fueran dos muñecos salidos de un reloj de autómatas. Uno viene del norte y el otro del sur y traen pájaros y flechas y además se lanzan mensajes y dejan caer pergaminos en un texto que mezcla poemas y prosa, aforismos y breves reflexiones sobre pintura, canciones y juegos de palabras.
 
Óscar Domínguez nació en La Laguna en 1906, una ciudad por la que tanto estoy caminando estos días, y se pasa los veranos en Tacoronte, donde irá a vivir en 1918. Sobre una atalaya de piedra volcánica, su padre construye una casa de torres con almenas (su madre había muerto cuando él tenía dos años), "el castillo de Guayonge", hoy en ruinas, al borde del acantilado, desde el que se contempla el horizonte del norte de la isla. Ahí nace el artista que pronto se irá a París, con 19 años, y conocerá a Bretón, Eluard, Picasso, Miró, Dalí, Ernst, Giacometti, Arp, Ray, Magritte, Duchamp, Tanguy, Buñuel, y donde morirá en 1957. Se le considera miembro de la Generación del 27.
 
Y en el TEA me he pasado varias horas viendo cuadros y videos sobre el artista. En cierto momento cerré los ojos y escuché la música, intentando penetrar en la mente de Óscar Domínguez y del mundo artístico que vivió.
 
 

 

 

 

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