domingo, 11 de agosto de 2024

"Los peluqueros de Pacino y Sotelo".


 
La peluquería es uno de los establecimientos más importantes que existen. Si no recuerdo mal, cuando el confinamiento solo abrieron las tiendas de alimentos y las peluquerías. Aún recuerdo cuando mi madre me empezó a llevar de niño al peluquero del barrio, y lo que yo lloraba sobre todo cuando veía la navaja y las tijeras. Tal vez por eso con el paso del tiempo me dejé el pelo largo y me lo recogía en una coleta (coincidió cuando me fui a dar clase a la Universidad Carlos III).
 
El otro día mi amiga Juana Martinez Lopez-Prisuelos, que suele leerse mis libros en el Central Park de Nueva York, me envió estas fotos de una barbería, "York Barber Shop", fundada en 1928, de la que me habló cuando nos conocimos este verano en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Se encuentra en la Avenida Lexington con la calle 70, y cerca viven Al Pacino y Woody Allen, entre otros actores como Pierce Brosnan o Matt Dillon, clientes suyos como también lo fue Sean Connery. La barbería está repleta de fotos, y el dueño, el argentino Enrique Peralta, los menciona con orgullo. Yo he pasado por varias peluquerías. Estuve muchos años con Llongueras y ahora voy con Luis, mi peluquero de "Va de pelos", en Argüelles, que ayer me envió una foto en la playa Guincho de Cascais haciendo lo que hago siempre yo, es decir, el tonto, y un video lleno de gaviotas en la playa de Áreas de Pontevedra donde veranea. Luis es uno de los muchos que se ha referido a mi parecido con Pacino, incluso con Andy García, lo que me llevó a escribir uno de los relatos de "Un hombre que se parecía a Al Pacino" (p. 105).
 
"La reina, el crack, el detective y la cabina".
 
Mientras mi peluquero me cortaba el pelo, y volvía a repetirme que me parezco a Al Pacino, ayer por la mañana la reina inauguraba la Feria del Libro de Madrid, en el parque del Retiro. Al mediodía Almudena Mestre me llamó, emocionada, para decirme que la reina acababa de llevarse el ensayo que publicó con Huerga y Fierro en 2019 sobre mi obra, Lenguaje y ficcionalidad a ritmo de jazz. La obra literaria de Justo Sotelo, que escribió a lo largo de cinco años. Y me envió unas fotografías de la reina paseando con el alcalde de Madrid. En otra se encuentran la propia Almudena y Charo Fierro con el libro y esa portada donde parezco el detective privado de una película clásica de Hollywood. En las otras fotos Charo habla con la reina, mientras Almudena las observa atentamente. Por la noche vi en el canal TCM El crack (1981), de José Luis Garci, interpretada por Alfredo Landa. Apenas la recordaba y me pareció espléndida. La tarde anterior, a la vez que apuraba una botella de agua, me había parado frente a la cabina que se ha instalado no hace mucho en la plaza Conde Valle de Suchill, como recuerdo del mediometraje que Antonio Mercero dirigió en 1972 con guion de Garci y el propio Mercero. Esta película conmocionó la TV de este país, mientras José Luis López Vázquez hacía una de las mejores interpretaciones de su carrera. Ahora me tomo el primer café de esta mañana de primavera, y pienso en los “espacios” de los que acabo de hablar, ese parque lleno de libros, la ciudad de Madrid (y un poco la de Nueva York) en una película que podría haber escrito Dashiell Hammett y ese interior de una cabina donde desaparecen el tiempo y la propia libertad.
 
A lo mejor tiene razón mi peluquero y me parezco a Pacino".
 
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La barbería de Nueva York podría llevar esta música de verano que me canta Frank Sinatra al oído, mientras sopla el viento sobre mi acantilado:
 

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