martes, 13 de agosto de 2024

"Tu relato de alguna manera me llevó a Dos Passos".


 
Escribió por aquí hace unos días un nuevo amigo de esta red social, Alfonso Gómez del Molino, refiriéndose a mi libro "Un hombre que se parecía a Al Pacino". Me gustó que lo dijera ya que John Dos Passos (Chicago, 1896 - Baltimore, 1970) es uno de mis escritores favoritos. Además de novelista y progresista convencido, fue uno de los miembros esenciales de la generación perdida norteamericana. Fue amigo de E. E. Cummings, Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway entre otros, de los que dejó agudos "retratos" en su autobiografía "Años inolvidables", que leí hace muchos años y que me llevó a su obra maestra, "Manhattan Transfer" (1925), que he recomendado a todo el mundo. (Es interesante la "novela ensayística" de Ignacio Martínez de Pisón "Enterrar a los muertos", por su relación con Dos Passos). "Manhattan Transfer" es una novela que narra fragmentos de la vida de una amplia galería de personajes en el Nueva York de los años 20, y el principal objetivo de la mayoría, la obtención rápida de dinero. Lo que marca una clara línea de separación entre ellos es la altura a la que sitúan su listón moral. Los personajes representen las diversas capas sociales (trabajadores portuarios, camareros de los grandes hoteles, prostitutas, traficantes de alcohol, abogados, sindicalistas) y procedencias (franceses, irlandeses, caribeños, etc.), lo que confiere a esta obra el carácter monumental del retrato de una ciudad. La técnica literaria del "collage", que en su momento fue un auténtico hallazgo, continúa funcionando a la perfección. En una de las asignaturas de la carrera de Literatura Comparada tuve que escribir sobre esta técnica literaria. Este collage lo he aplicado en mi Pacino. En el libro publicado por Pagés Editors y la Univertitat de Lleida, en la colección Le fil d' Ariadne dirigida por la catedrática Angels Santa Bañeres, existen multitud de personajes, bastantes reales, con un significado "polisémico" en muchos casos, como comenté el otro día a la pintora Marga G. Eguidazu, que por cierto me ha hecho un retrato precioso que he colgado en la pared. Todos los personajes del libro se funden en el Pacino del título, que no es el actor ni soy yo exactamente.
 
Y hay una música que conocí por la misma época en que leí a Dos Passos y que siempre que escucho me evoca tanto a París como a Nueva York, dos ciudades que admiro "casi" por igual:
 

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