sábado, 17 de agosto de 2024

"La colina del adiós".


 
Hace solo unos días el profesor Miguel Roberto Casares Hinojosa escribió un post donde me aludía cariñosamente, y del que destaco estos párrafos, teniendo en cuenta que este muro lo hacemos entre todos:
 
"Esta mañana, como todas las mañanas desde hace ya bastantes años, visitaba el muro de mi admirado Justo Sotelo y leyendo su anécdota del día me he acordado de algo que me ocurrió también a mí hace casi 20 años. Nos contaba Justo a sus amistades que ayer se dio un sonoro batacazo “haciendo el mono” en un columpio: subió de pie a un artilugio al que únicamente cabía auparse sentado y cayó al suelo como don Quijote en su primer costalazo de la Primera Parte.
 
Me gusta el muro de Justo porque en él se respira por los cuatro costados su alegría de vivir, que me parece crucial para aspirar a ser medianamente felices. Me gusta su muro porque sabe vivir el momento (importantísimo también). Me gusta su muro porque es capaz de transcribir esa experiencia que nos cuenta de cada momento al lenguaje de la música, que es el lenguaje universal del espíritu. Y me gusta su muro porque es un adalid del humor: el humor es fundamental, especialmente cuando va dirigido hacia nosotros mismos, porque elimina de un zarpazo la fatuidad y el nublado del tomarse las cosas con la tenebrosa seriedad de los poderosos (...)
 
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Uno de los sitios que más me gustan de este mundo es el Monte de las Mercedes en el norte de Tenerife. En medio se encuentra el Pico del Inglés, el de esta foto. Cuando subo hasta allí a veces canturreo una canción de amor o de desamor, "La colina del adiós":
 

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