viernes, 20 de diciembre de 2024

"Mi retrato como una ecuación de matemáticas, y con un foulard", por Presina Pereiro.


 
Cada día suceden cosas bonitas, a mí y a todo el mundo, y ayer la escritora malagueña Presina Pereiro escribió lo siguiente sobre mí en esta red social:
 
"Música + literatura + cine + docencia + redes + tertulianos + terrible camiseta + selfie con gafas oscuras + afiches + paseo por Madrid + un vino en San Michel + la isla..."
 
Presina se refiere a la plaza donde siempre digo al taxista que me lleve tras bajarme en el aeropuerto de Orly, a las afueras de París. Es una plaza en el corazón del barrio latino, donde hay una librería en la que compré la primera edición en francés de "Las flores del mal", de Baudelaire, y por eso mismo he buscado una fotografía mía con un foulard delante de la Universidad de la Sorbonne, que está al lado (por allí cerca también encontré un museo lleno de unicornios que luego aparecieron en mi novela favorita de Murakami, "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo"). Entendí las correspondencias de esta vida cuando leí al poeta tras leer al filósofo John Locke. En lo que no cambio es en la música que me acompaña al despertar cada mañana y pasear y escribir, para ser lo que soy, en definitiva, un romántico empedernido que se pasea por la vida con un foulard:
 

jueves, 19 de diciembre de 2024

"Eres un romántico lleno de ternura".

 

Me dijo hace unos días en esta red social Rocío Flores Alcázar. Y la verdad es que me gustan las dos palabras, "romántico" y "ternura". Me siento un privilegiado porque me digan cosas significativas. Ya que esa fotografía me la hice en la puerta del Auditorio donde toca la Orquesta Nacional de España y he sacado las entradas para dos conciertos de enero donde va a interpretar la Sinfonía Mandred de Chaikosvski y la Segunda de Rachmaninov, dos de las obras más románticas de la música, de esas que te dejan estaqueado en mitad del patio como sucede con el amor, el verdadero amor, como diría Cortázar en Rayuela, una de las novelas de mi vida, qué mejor que ver amanecer, antes de irme a poner más exámenes, escuchando la historia que se inventó Lord Byron unos meses después de aquella noche mítica de 1816, en la Villa Diodati, una mansión romántica a orillas del lago Lemán, donde Mary Shelley se imaginó Frankenstein y Polidory el Vampiro.
 
La literatura y la música están llenas de "Faustos" que venden su alma para lograr la inmortalidad o conocer la belleza y poder tocarla con la yema de los dedos, como sería mi caso:
 
Un romántico viene a este mundo a comérselo mientras se escucha a Chaikovski, y eso es lo que he hecho yo toda mi vida, pero con ternura.


 


miércoles, 18 de diciembre de 2024

"Donde nacen la Literatura y la Libertad".


 
En la última tertulia de este año en Casa Manolo, ayer por la tarde me llevé a mis amigos a pasear por la historia de la humanidad, la que escribieron Hesíodo y Ovidio, con el objeto de justificar la base mitológica de "El anillo del nibelungo" de Wagner. Luego hablaron los tertulianos Isabel, Javier, Cristina, Miguel Ángel, M Carmen y todos los demás. Terminamos comiendo bombones que nos trajo Miguel Ángel y cantando dos villancicos escritos para la tertulia por este y por Concha
 
Según la mitología griega, la humanidad pasó por varias Edades. Hesíodo habló de cinco en el siglo VIII a.C. y Ovidio de cuatro en el I a.C. En la Edad de Oro el dios que gobernaba a los dios y hombres era Cronos, desde la armonía. Había abundancia de alimentos de la naturaleza y los humanos no necesitaban trabajar, y pudieron vivir hasta una edad muy avanzada y morir en paz. Desde la Edad de Plata hasta la época de Hesíodo, se creía que Zeus era el dios de los dioses y gobernante del universo (la primera foto que he puesto es del cuadro de Lucas Cranach el Viejo). Los hombres vivían como niños durante cien años, sostenidos por sus madres, mientras que como adultos vivían por un tiempo muy corto ya que se enfrentaban entre sí. No pagaban tributos a los dioses, por lo que Zeus los mató a todos. En la Edad del Bronce los hombres eran duros y guerreros. Utilizaban bronce para crear sus armas y viviendas y, finalmente, se destruyeron entre sí con guerras. El final de la era estuvo marcado por el diluvio de Deucalión. La Edad Heroica supuso una mejora de la anterior. Esta era la época en la que vivieron héroes y semidioses, luchadores cuyas hazañas serían cantadas en los siglos venideros. Por último, Hesíodo creía que él y sus contemporáneos estaban en la Edad del Hierro, una época de desolación, destrucción y dolor. Los humanos luchaban entre sí y únicamente se preocupaban por sí mismos. Por falta de vergüenza e indignación, la humanidad se destruiría a sí misma y los dioses la abandonarían. Según Ovidio, solo existieron cuatro edades y dejó fuera la de los Héroes. Durante la Edad de Oro, los hombres no podían viajar muy lejos y no podían explorar el mundo entero. Durante la Edad de Plata, Júpiter (el equivalente romano de Zeus) ofreció a los hombres el cambio de estaciones, así como el arte de la agricultura. Para Ovidio, la Edad del Bronce también estuvo marcada por la guerra, mientras que en la Edad del Hierro los hombres no solo eran belicosos, sino también impíos y desleales.
 
Tras improvisar estas explicaciones a mis amigos, les leí en el móvil estas frases:
 
"Porque hay nuevos gobernantes en el cielo, y Zeus gobierna con costumbres ilegales; lo que antes era poderoso, ahora lo destruye". (Estribillo de "Oceánidas", de Esquilo, Prometeo Bound 150).
 
"Sócrates: Bueno, creo que él [Hesíodo] quiere decir que la raza dorada no estaba hecha de oro, sino que era buena y hermosa. Y considero una prueba de esto que dice además que somos la raza de hierro". (Platón, "Crátilo", 398a).
 
"...fugit irreparabile tempus..." (Virgilio, "Geórgicas", 3.284).
 
"¡Oh Tiempo, gran devorador, y tú, Edad envidiosa, juntos destruís todas las cosas; y, royendo lentamente con los dientes, finalmente consumis todas las cosas en una muerte prolongada!" (Ovidio, "Metamorfosis" 15.234).
 
Don Quijote: "Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío." (Miguel de Cervantes, "Don Quijote", Parte I, Capítulo XI).
 
"La gran era del mundo comienza de nuevo,
Vuelven los años dorados,
La tierra se renueva como una serpiente
Sus malas hierbas de invierno gastadas:
El cielo sonríe y las religiones y los imperios brillan
Como restos de un sueño que se disuelve." (Shelley, "Hellas").
 
"... Más que maquinaria, necesitamos humanidad, más que inteligencia, necesitamos bondad y gentileza. Sin estas cualidades, la vida será violenta y todo estará perdido..." (El barbero en "El gran dictador" de Chaplin, 1940).
 
El final de este post solo puede ser este, que además acaba con música de Wagner:
 

martes, 17 de diciembre de 2024

"Hoy despedimos "la tertulia de los amigos de Justo" por este año".

 

Será como siempre en Casa Manolo, calle Princesa 83, a las 18.30, y hje pedido a mis amigos que improvisemos la tertulia, hablando de un libro que estemos leyendo, de una película que hayamos visto o un concierto que hayamos escuchado. Yo puedo hablar un poco de Mitología, aprovechando el concierto sobre la música de Wagner de este domingo. En realidad, la verdadera finalidad es reunirnos para hablar de lo que nos gusta, como hacía la gente de aquella película. Por eso me tomo el primer café de la mañana y pido a Sam que vuelva a tocar la canción. El Café de Rick no existió en realidad, pero como se dice en "El hombre que mató a Liberty Valance", de John Ford, cuando la leyenda supera a la realidad, nos quedamos con la leyenda.
 
"Play, it, Sam", por favor: 
 
 
Y luego que la chica se quede con quien quiera.

lunes, 16 de diciembre de 2024

"El poeta y la sílfide".


 
El poeta es un ser que vive dentro de sí mismo. Antes de escuchar ayer en el Auditorio Nacional "El anillo sin palabras", me saqué esta foto en el hall y después comprobé que encima del árbol de Navidad y de mí se proyectaba "La sílfide" en un video. Es un "ballet blanco" romántico (en la misma categoría que, por ejemplo, "El lago de los cisnes") que tuvo una gran influencia para el ballet del siglo XX. Fue el primero sin trama, un ballet abstracto, realizado en un acto, donde es la danza pura, única, la que lleva la pieza, en lugar de una trama establecida. Para ayudar a proporcionar un poco más de contexto, la premisa básica es un hombre solitario (el "poeta") rodeado de ninfas o sílfides del bosque, bailando a la luz de la luna. Lo demás lo puso Chopin:
 
Y después, sí, Wagner, la apoteosis del arte y la creación. Esta es la versión de Maazel, desde Berlín, con la mítica Filarmónica, que ayer escuché en Madrid. Mientras lo hacía comprendí de nuevo lo que buscaba Wagner. El dueño del anillo tiene que renunciar al amor. El amor es incompatible con la riqueza y la fama. Él y ella se convierten en Uno (como el de Parménides) después de que muera Sigfrido y de que lo haga a continuación Brunilda para estar juntos en la Eternidad:
 

domingo, 15 de diciembre de 2024

"La melodía infinita".


 
Dentro de un rato me iré al Auditorio Nacional a escuchar la versión musical de Lorin Maazel de "El anillo del nibelungo", de Wagner. Y esto es una fiesta para mí. Está claro que me conformo con poco. En mi último libro dedico cinco capítulos a sus óperas, "Wagner y los veranos de mi adolescencia", "El oro del Rin y Walter Benjamin", "La walkiria y los gustos artísticos de los dictadores", "Sigfrido o el héroe problemático" y "El crepúsculo de los dioses". 
 
Este es el último:
 
"El crepúsculo de los dioses".
 
"Con esta ópera se cierra el ciclo del anillo. Posiblemente aquí se encuentra la música más hermosa de Wagner (la más moderna es el Tristán), aunque el libreto sea un tanto convencional. La metáfora, no obstante, posee una validez incuestionable en estos tiempos. El hombre ya no necesita a los dioses para vivir, se ha liberado de su yugo. El arte y la ciencia son un buen sustituto. Y el amor, por supuesto, y si se me apura incluso el sexo. Sabemos de sobra que la inmortalidad no existe, y lo más cercano que tenemos nos lo ofrecen las obras de arte imperecederas, los adelantos científicos y la sensación de que durante un instante “divino” somos capaces de amar y ser amados. A partir del siglo XVIII cambia la actitud del artista ante la verdad y la realidad, en definitiva ante el poder de la naturaleza sobre la obra de arte, y lo hace con dos nuevas miradas: la secularización de la experiencia religiosa y la sacralización del arte. En el primer caso, aparece el “artista-creador”, comparable al “Dios-creador” (como un nuevo Prometeo) que construye mundos posibles, coherentes y cerrados como si fueran mundos paralelos al real. En el segundo, la obra de arte crea belleza por sí misma, lo que también supone la laicización de la idea de divinidad.
 
El arte contribuye a captar y asimilar las ideas sociales de cada momento histórico. El artista que consigue trascender su propia historia (como le ocurre a Wagner) es el que percibe lo que todavía no está resuelto en la mentalidad de su época, y lo brinda a la sociedad para que esta lo transforme en el verdadero estilo de su tiempo. La mentalidad o espíritu de una época no son solo las ideas puras de los científicos o filósofos, sino también la fantasía, la imaginación y la sentimentalidad éticas. En El crepúsculo de los dioses, Wagner se vale de la coartada del filtro del olvido para que Sigfrido sea infiel a Brunilda. Desde entonces Brunilda es capaz de odiar y amar con locura al mismo tiempo, e incluso de sacrificarse. Cuando se inmola en la última escena de la ópera subida a su caballo, para que el anillo vuelva al Rin, lo que el compositor consigue es que entendamos que es la belleza de la música y del amor lo único que puede salvar a la humanidad. Por eso mismo tuvo que posponer la terminación de la tetralogía para componer Tristán e Isolda. Escribió los dos primeros actos de Sigfrido y durante años se dedicó a la hermosa leyenda de los dos amantes y a Los maestros cantores. La música del Tristán une las ideas del amor, el sexo y la muerte. Cuando regresó al Anillo, Wagner ya era inmortal".
 
"El crepúsculo de los dioses", de "Un hombre que se parecía a Al Pacino" (2023, Pagès Editors y Universitat de Lleida, pp. 85-86).
 
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En este link el musicólogo Mario Muñoz Carrasco anuncia y explica el concierto del Auditorio: "Queremos que viajen con nosotros a la tierra mítica de las espadas, los dragones y los círculos de fuego. Acompáñennos a la creación y la destrucción del mundo desde el balcón mágico de Wagner". 
 
Y nos habla de la influencia de los hermanos Grimm para recuperar los cuentos clásicos en el siglo XIX que todos conocemos. Y por qué los discos compactos duran hora y veinte minutos, como el concierto de hoy. La culpa es de Beethoven.
 
Lo que hicieron Wagner y Beethoven (por cierto, es un personaje en mi novela "Poeta en Madrid", 2021, Huso) fue acercarse a Dios como creadores.
 
 



sábado, 14 de diciembre de 2024

"Para este madrileño, Madrid es como un pañuelo".


 
Ayer me encontré en un par de horas a un montón de gente que me gusta y a la que aprecio. Me fui con mi familia a desayunar al Café Comercial para charlar un rato con la escritora Almudena Mestre y su marido Miguel Ángel, junto a la también escritora Presina Pereiro y su marido Rafael. Estando sentados a la mesa se acercó una camarera que me cae muy bien y le pregunté por sus hijos, que ahora están de exámenes en el colegio. Luego también vino a saludarnos el dueño, el escritor Rafael Soler, vicepresidente de la ACE, quien, después de los abrazos acostumbrados, me pidió una fecha del año que viene para presentar su próxima novela en nuestra tertulia de Casa Manolo. Caminando un poco más tarde por la calle, bajo una fina y agradable lluvia, me salieron al encuentro un montón de ex alumnos, con el cariño pegado a los labios. Ya por la tarde puse un examen a otro grupo de alumnos y me recibieron las mismas sonrisas y el mismo y agradable estado de ánimo. En realidad Madrid es como una gran familia, aunque aquí vivan seis millones de personas, como esa isla proyectada por el arquitecto italiano Renzo Piano (por cierto, siempre me han confundido y lo continúan haciendo con un italiano, aunque nací en Chamberí, como Dios manda), donde se reúnen todas sus obras, y que él quiso que fuera una especie de Atlántida, como la que soñó Platón. Es la que tengo detrás en esta fotografía que me saqué el otro día.
 
He buscado en Youtube alguna buena versión de la obra póstuma de Falla, "La Atlántida". Es una cantata escénica cuyo texto, en catalán, son fragmentos del poema épico de Jacinto Verdaguer del mismo nombre, que había obsesionado a Falla desde su infancia y en el cual veía reflejadas, de alguna manera, sus preocupaciones filosóficas, religiosas y humanísticas. Como no he encontrado esa versión, este sábado tan bonito, casi de invierno, amanece mientras escucho la segunda suite de "El sombrero de tres picos". Falla es el compositor más grande de la música española, y después de todo la historia de Occidente no es más que una nota a pie de página de la obra de Platón:
 
 
Sí, el mundo cabe en Madrid, la música de un gaditano, la filosofía de un griego, el poema de un catalán. O al menos cabe en la mente de un madrileño de Chamberí.

viernes, 13 de diciembre de 2024

"Desayuno en París".

 

Una de mis ex alumnas ha estado de intercambio en Jacksonville University y me ha enviado ilusionada por mail este "Cuento de los viernes", que se publicó en esa Universidad.
 
Es lo que tienen los viernes:
 
"Él había pasado la noche durmiendo sobre su hombro. De vez en cuando se ​separaban, pero en seguida volvían a acariciarse.
 
Se habían conocido en la Sorbona. Ella impartía un ciclo de conferencias sobre Pedro Salinas, y él se empeñaba en acabar su primer libro de poesía siguiendo la idea de "estilización" del poeta y su pasión por la alumna americana.
 
¿Pones música para mí?, le dijo ella tras abrir los ojos. ¿Jacques Brel?, le preguntó él descorriendo las cortinas. Brel... repitió poco después entre susurros, con esa mirada seductora que tanto le gustaba a ella. Lo haré si vuelves a despertarte sobre mi hombro, añadió. Creo que ya estamos despiertos, arqueó ella las cejas.
 
Se sentaron a desayunar en el pequeño bal​cón.
 
¿Cómo sería la luz antes de que existiera esta ciudad?, se llevó ella la taza a los labios. ¿Y la música?, dijo él con la rebanada de pan en la mano. La música y la luz de una ciudad sin hacer, dijo ella saboreando el café. ¿Recuerdas cómo éramos tú y yo antes de conocernos?, le dio a probar a ella. ¿Y tú cómo sería hacer el amor antes de haberlo inventado?, dijo ella masticando con delicadeza.
 
Brel decía algo sobre unos viejos amantes, pero ellos ya no le escuchaban".
 
("Desayuno en París", en "Cuentos de los viernes", 2015, Bartleby Editores).
 
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Y es lo que tiene Jacques Brel:
 

jueves, 12 de diciembre de 2024

"Cosas que me gustan, el café, el tortel, Mallorca, Chopin y la literatura de la malagueña Presina Pereiro".

 


 
Me gusta su visión 'histórica" de la existencia, cómo se sitúa en un tiempo y un espacio concretos y cómo mezcla a la perfección lo trascendente con lo inmanente. Presina es una romántica tímida y sentimental que desborda sus conocimientos y sus sentimientos en sus libros, tanto de narrativa como de poesía. Y en este último libro de poemas que ha desayunado conmigo esta mañana, "Si tus manos se olvidan de soñar" (2024, Ediciones del Genal), invoca a Neruda y nos lleva por su vida de investigadora y escritora, aunque el análisis conjunto de los 23 poemas me hacen pensar en una "sustancia interior" (es lo que busco siempre en los poemas o libros de poemas que caen en mis manos, tal como me enseñó mi maestro García Berrio a partir de Warren y Welleck) que no me habla de la Presina actual sino de la de hace 20 o 30 años o incluso menos. ¿Cómo era Presina entonces y cómo es ahora? Presina recrea el amor y el desamor, la añoranza y la presencia, la pérdida y los tesoros encontrados desde una sentimentalidad intuida y también analizada, como si le dejara paso al lenguaje de la piel. Pienso en su mirada del martes en la tertulia de Casa Manolo, con la que nos escrutaba a los tertulianos, en particular a Javier Del Prado, Peter Redwhite y a mí, en busca de una explicación a los latidos de su alma de escritora. Y me decía sin mover los labios, solo los ojos, que ella también es una "letraherida" en busca de su Shangri-la particular.

Termino el café y de escribir este texto en el móvil, e invito a Chopin, en Valldemossa o en cualquier rincón del corazón de Presina o el mío:
 
Porque una poeta siempre podrá decir: "yo sé que no te has ido, que estás conmigo" (p. 19).
 
Presina, tú, ahora, entonces, siempre.

"Una tertulia sobre el arte de la novela".





 
El martes por la tarde en Casa Manolo, Princesa 83, al lado de Moncloa, no muy lejos del Palacio donde tantos quieren ser Presidentes de Gobierno, un grupo de "letraheridos" intentamos reinventar el viejo arte de la novela. Fue a propósito de la presentación del último libro del escritor, tertuliano y amigo mío Peter Redwhite, "Mark Knopfler. El sultán del swing" (2024, Almuzara). Es una novela que no es una novela "stricto sensu", ni una biografía, ni una biografía novelada o una biografía de autoficción sobre otro que no eres tú ni es el otro. Ni que decir tiene que hablar sobre estas cosas me divierte mucho y me retrotrae a mi época de estudiante de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Complutense con Ángel García Galiano, Antonio Garrido, Juan Villar, Antonio García Berrio, etc. Es algo que me llevó a hacerme doctor en Literatura para aplicar las ideas que había aprendido en la obra de Haruki Murakami (2012) que a la vez concreté en mi novela "Las mentiras inexactas" (2013) y en un caso aún más extremo con la siguiente "Poeta en Madrid" (2021). Si además vienen mis amigos Javier, Almudena, Antonio, Antonio Benicio, María Victoria, mi ex alumno David (Dan White), Isabel, Carmen, M Carmen, Pilar, Begoña, Marina, Tomás, Alberto, entre otros, y viaja desde Málaga la escritora Presina Pereiro para estar con nosotros, entonces me divierto doblemente, hablo sin parar y aprendo de todos.
 
Ayer fuimos, verdaderamente, los sultanes de la literatura:
 
Como dijo Calderón, qué es la vida, un frenesí, qué es la vida, una ilusión.
 
Pues eso.

"Como si escuchara una sonata de Schubert".


 
En el primer movimiento de la última sonata de Schubert (1828), que terminó e interpretó dos meses antes de su muerte, a los 31 años, no hay lugar para el miedo o el terror. Comienza en un reino de armonía celestial tan seguro en su delicioso reposo que nada puede desviar su capacidad de darnos placer. "Es el trino más extraordinario en la historia de la música", dijo Andras Schiff al New Yorker tras tocar la sonata con serenidad magistral en el Walt Disney Concert Hall. Para el pianista húngaro, el trino sonaba como un murmullo lejano sobre un mar en calma de una tormenta que se acercaba:
 
Ayer hacía mucho frío y me pasé la tarde leyendo "Fuera de guion" (2024, Lastura), del escritor y profesor José Luis Morante, casi cien microrrelatos, como dice el propio autor, y que me había pedido que leyera. Y lo hice mientras escuchaba varias veces esta sonata de Schubert. A José Luis también le gusta mucho la música clásica y su forma de escribir tiene el ritmo de esta música o al menos es lo que yo he interpretado mientras leía su estupendo libro. Él habla de la casa del tiempo a través del lenguaje (algo en lo que siempre insisto en mis tertulias literarias, y en realidad en todo lo que escribo), y lo hace como "depositario de conocimiento y experiencia" (p. 11). Para ello solicita la presencia junto a él de Arreola, Rulfo, Cortázar, Onetti, Borges, Pizarnik, entre otros muchos escritores que han surgido de sus múltiples lecturas a lo largo de su vida como profesor de lengua y literatura, y de lector atento e inteligente, algo que se ve en su blog "Puentes de papel", un espacio digital que creó en 2010. Pero José Luis sabe el mundo que habita y pide la presencia de la biblioteca de los "libros innecesarios" (p. 19) porque piensa que la belleza es lo más barato del mundo y por eso su valor es incalculable. Sus textos son tan literarios como melancólicos y de vez en cuando necesita volver a su "casa", en El Bohodón, en Ávila, "ese lugar en cuyas vigas hacen nido los recuerdos" (p. 43).
 
Este hermoso libro es "más o menos" la vida, nos dice José Luis.
 
El tumultuoso siglo XX nos mostró en la ciencia, en la filosofía, en los acontecimientos mundiales y también en el arte, "lo poco que es lo que parece". Cada uno escucha esta sonata en si bemol, D. 960, de Schubert de manera diferente. Cada vez que la escuchas, tienes la oportunidad de descubrir algo que siempre estuvo ahí, frente a ti, lo mismo que la buena literatura.

lunes, 9 de diciembre de 2024

"La tertulia de los amigos de Justo" con el último libro publicado por Peter Redwhite.


 
Será una tertulia para hablar de literatura en profundidad, mañana martes a las 18.30 en Casa Manolo, Princesa 83.
 
"Unos meses atrás recibí una propuesta de mi editor, Javier Ortega, nos dijo Peter en otra tertulia hace meses, la de escribir con total libertad sobre la vida y la obra de Mark Knopfler, de "Dire Straits", uno de los músicos más influyentes de la historia del rock. Por aquel entonces yo andaba en busca de desafíos literarios, por lo que acepté la tarea. Pensé que las únicas dificultades iban a ser cubrir ciertos huecos biográficos y la imposibilidad de acceder a Mark Knopfler, pero pronto me encontré con otras trabas mucho mayores a mi juicio. ¿Qué voz debía contar esta historia? ¿Hasta qué punto esta conocería el mundo narrado? ¿Cómo se estructura una vida? ¿Es posible hacer un retrato acabado de alguien en unos centenares de folios? Al final di con una voz autorizada para narrar, la de un fan ficticio que conoce a una chica inglesa en un concierto de Dire Straits en Usera en 1985".
 
Peter está en el centro de una fotografía de hace un tiempo, cuando hacíamos las tertulias en Malasaña, entre el pintor Antonio Zaballos y yo. Y con ella quiero recordar a Antonio, cuya "biografía" escribí a mi manera "viviéndola", paseando con él por Béjar, la sierra de Francia, las Hurdes, las Batuecas y Madrid, siempre por nuestro Madrid de las letras, mientras él dibujaba las portadas de mis novelas, salvo la última, pues ya había fallecido. 
 
En definitiva, paseando la vida y la literatura, como Romeo y Julieta:
 

domingo, 8 de diciembre de 2024

"En lo más crudo del crudo invierno".


 
Es el título de una película de Kenneth Branagh de 1995 donde unos cuantos "locos" enamorados del teatro quieren representar "Hamlet", sin apenas dinero, convencidos de que Shakespeare y los clásicos son tan actuales como inmortales.
 
Desde hace muchos años me voy de Madrid durante el Puente de la Constitución y la Inmaculada a "pasar frío" por el norte de España, París o Viena. El otro día volví a una ciudad que me gusta mucho por la tierra de Cameros que me recuerda a los paisajes del Oeste de las películas de Ford y me reencontré con una película inmortal del cine español.
 
"Regreso a "La calle Mayor" de Bardem".
 
"Una tarde me fui al cine Doré, el cine modernista de Madrid, sede de la Filmoteca Nacional de España, para ver el homenaje que se hizo a Juan Antonio Bardem en el centenario de su nacimiento (Madrid, 2 de junio de 1922 – 30 de octubre de 2002). Guionista de "Bienvenido, Míster Marshall" (1953), dirigió "Muerte de un ciclista" (1955) y "Calle Mayor" (1956). En los siguientes meses la Filmoteca hizo la retrospectiva de toda su obra. En "Calle Mayor" estamos en cualquier ciudad española de provincias de los años cincuenta. Isabel, una mujer de treinta y cinco años, se siente fracasada por no haberse casado aún (me recuerda lógicamente a "La señorita de Trevélez", de Arniches, y "Doña Rosita la soltera", de Lorca). Juan y sus amigos representan a los típicos señoritos de la época que se aburren y hacen creer a Isabel que Juan la quiere y le va a pedir que se case con él, lo que no sucede, ya que aquellos tipos solo quieren reírse de ella.
 
El final es de una inmensa tristeza.
 
Me impactó tanto esta película cuando la vi de pequeño en TV que me pregunté durante un tiempo cuál sería esa pequeña ciudad de provincias. Luego me olvidé del asunto y muchos años después me enteré de que era Logroño, aunque podría haber sido otra parecida, en aquella época franquista. Y siempre que he ido por allí (se come muy bien en la calle del Laurel) he pensado en Isabel, Juan y aquel tiempo. Lo curioso es que Bardem escribió un guion imaginando lo que habría podido suceder con estos personajes cuarenta años después, pero no obtuvo financiación para poder filmarlo. Y ahora un grupo de actores de RNE, lo han interpretado en forma de ficción sonora, con Lola Herrera y Carolina Lapausa interpretando a la Isabel del año 2000 y a la de 1956. Isabel no se casó, siguió paseando por la calle Mayor de su ciudad, arriba y abajo, y Juan se fue a otra ciudad enviado por el banco en el que trabajaba. Se casó, tuvo varios hijos y vivió una vida gris y aburrida, como la de la mayoría, y ya había muerto.
 
Juan y sus amigos son los ejecutores de la burla a Isabel, algo que destrozará su vida, pero creo que la auténtica culpable fue aquella España inculta y atrasada".
 
("Regreso a "La calle Mayor" de Bardem", de "Un hombre que se parecía a Al Pacino", 2023, Pagés Editors y Universitat de Lleida, p. 107).
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Estas son algunas escenas de la película de Bardem:
 
Y este es el tráiler de la película de Branagh:
 
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Evidentemente, cuando estoy por ahí arriba entro rápido en calor con un carajillo o un Rioja.