sábado, 14 de diciembre de 2024

"Para este madrileño, Madrid es como un pañuelo".


 
Ayer me encontré en un par de horas a un montón de gente que me gusta y a la que aprecio. Me fui con mi familia a desayunar al Café Comercial para charlar un rato con la escritora Almudena Mestre y su marido Miguel Ángel, junto a la también escritora Presina Pereiro y su marido Rafael. Estando sentados a la mesa se acercó una camarera que me cae muy bien y le pregunté por sus hijos, que ahora están de exámenes en el colegio. Luego también vino a saludarnos el dueño, el escritor Rafael Soler, vicepresidente de la ACE, quien, después de los abrazos acostumbrados, me pidió una fecha del año que viene para presentar su próxima novela en nuestra tertulia de Casa Manolo. Caminando un poco más tarde por la calle, bajo una fina y agradable lluvia, me salieron al encuentro un montón de ex alumnos, con el cariño pegado a los labios. Ya por la tarde puse un examen a otro grupo de alumnos y me recibieron las mismas sonrisas y el mismo y agradable estado de ánimo. En realidad Madrid es como una gran familia, aunque aquí vivan seis millones de personas, como esa isla proyectada por el arquitecto italiano Renzo Piano (por cierto, siempre me han confundido y lo continúan haciendo con un italiano, aunque nací en Chamberí, como Dios manda), donde se reúnen todas sus obras, y que él quiso que fuera una especie de Atlántida, como la que soñó Platón. Es la que tengo detrás en esta fotografía que me saqué el otro día.
 
He buscado en Youtube alguna buena versión de la obra póstuma de Falla, "La Atlántida". Es una cantata escénica cuyo texto, en catalán, son fragmentos del poema épico de Jacinto Verdaguer del mismo nombre, que había obsesionado a Falla desde su infancia y en el cual veía reflejadas, de alguna manera, sus preocupaciones filosóficas, religiosas y humanísticas. Como no he encontrado esa versión, este sábado tan bonito, casi de invierno, amanece mientras escucho la segunda suite de "El sombrero de tres picos". Falla es el compositor más grande de la música española, y después de todo la historia de Occidente no es más que una nota a pie de página de la obra de Platón:
 
 
Sí, el mundo cabe en Madrid, la música de un gaditano, la filosofía de un griego, el poema de un catalán. O al menos cabe en la mente de un madrileño de Chamberí.

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