sábado, 28 de diciembre de 2024

"La apariencia es belleza".

 


                                                                               A Justo Sotelo

"El cine es apariencia:
dolor, risas, versos, violencia, duelo pero de mentira.
La vida es real y también es bella.
Es bello el arte en general y la música en particular, y la literatura
que habla de la lógica abrumadora que tiene la palabra.
Y la escultura, de la pose que adoptamos.
Y la pintura del verso del color en la textura del lienzo.
Mi amigo ama a Murakami y yo también.
Leo su ensayo en Central Park.
Envuelta en trinos maravillosos me llegan sus palabras,
ecos del mundo que dejan en mi su esencia, y su amor por el
cine de Woody Allen y el jazz, cuyos personajes le recuerdan a Al
Pacino y a él, en el lienzo que pinta para sacar de su lápiz su
cuento de los otros o de sí mismo, para ser parecido al hombre
que se parecía a Al Pacino".
 
A continuación recojo el prólogo que he escrito para la plaquette de la segunda foto que han publicado Pilar S. Tarduchy y Oskar Rodrigañez, con poemas de Juana Martinez Lopez-Prisuelos y collages de Charo Alonso Panero. Pacino es o no es el de la primera foto que me hice ayer y que ha escrito el libro de la tercera foto que me envió el otro día el escritor Antonio Beltrán Vidal, pues ha empezado a leerlo:
“La vida como el cine y la literatura”.
 
"Abro esta plaquette y encuentro 25 poemas escritos por Juana Martínez López-Prisuelos, acompañados de una serie de collages de Charo Alonso Panero, y me sale una sonrisa. Es como si me encontrara en casa, algo que se confirma unos minutos después, cuando llego al final de esta publicación de Búho Búcaro Poesía. El antepenúltimo poema me lo dedica a mí o en realidad a “Un hombre que se parecía a Al Pacino”, porque el cine es apariencia y “la vida es real y también es bella”. Y estos poemas están llenos de cine y literatura, la que pudieron vivir Charo Alonso y Javier De la Rosa, que aparecen en los poemas, y Woody Allen y Manhattan y el Principito y Walt Whitman, pues lo que hace Juana Martínez es mantener un diálogo con el personaje de Antoine de Saint-Exupéry.
 
La literatura no solo refiere aspectos del comportamiento y la experiencia de los hombres y mujeres a través de unos seres de ficción en algún sentido ejemplares (por ejemplo, las hazañas de los héroes homéricos, las aventuras de Julien Sorel en “Rojo y
negro” o el día dublinés de Stephen Dédalus en “Ulises”), sino que, al mismo tiempo, ilustra sobre modos de la actividad imaginativa, sentimental y expresiva de una especie particularmente sensible de personalidades que son los escritores. Y me fijo en el hecho de que la voz poética comienza hablándonos del juego de los abalorios, como podría hacer Hermann Hesse en su última novela, y luego desayunará en Tiffany antes de pasear por las calles de Nueva York y leer en Central Park. Mientras lo hace yo me estaré preguntando por la poeticidad, la ficcionalidad y la expresividad, es decir, por las
propiedades poéticas que dan sentido a la obra intemporal. Así aparecen los universales estéticos según la idea de convertir la expresión en expresividad e intentar leer la vida desde el arte y la literatura. Es la universalidad antropólogica a partir de los conceptos, símbolos y categorías a priori más profundos y más generalizados de los sujetos de la comunicación literaria. Al final todo se reduce a si queremos enviar un "mensaje" poético que sirva para representar el mundo, en este caso los mundos de Charo Alonso y Juana Martínez.
 
Cuando analizo un texto poético siempre busco la forma interior y la forma exterior del poema, esa “Teoría de la Sentimentalidad” que me enseñó mi maestro Antonio García Berrio y que viene desde Aristóteles, y a partir de la cual escribió un libro esencial de teoría de la poesía, y es lo que hago en esta plaquette tan elegantemente escrita. Esta obra que tengo en la mano mientras escribo también me lleva a pensar en el concepto de Horacio de “Ut pictura poesis”, al mezclarse ante mi vista los poemas y los collages. Es cuando el poeta es pintor y el pintor poeta, lo que da pie a un hermoso “objeto” poético. De aquí solo hay un paso para considerar al arte como universal, casi de raíces antropológicas, donde lo espacial y lo temporal se funden. No sé quién dijo que en la literatura actual el tiempo debe espacializarse y lo mismo debería ocurrir en la pintura, pero a la inversa. El humanista y médico López Pinciano afirmaba ya a finales del siglo XVI que los pintores y los poetas siempre se encuentran hermanados porque son artífices de un mismo arte. El autor de la "Filosofía antigua poética" (una de las obras más importantes del español) pretendía teorizar sobre el famoso motivo que he mencionado de Horacio o el conocido aforismo del poeta griego Simónides de Ceos, que 500 años a. C. hablaba de la pintura como "una poesía muda" y de la poesía como "una pintura elocuente". Al tener en cuenta la idea de la "mnemotecnia" influyó incluso en Aristóteles con relación a la mímesis y la utilización de la metáfora, un concepto nuevo para los griegos.
 
Todos estos pensamientos me vienen a la cabeza ante esta obra que recrea con mucho gusto el arte de la vida y el arte de la creación".
 
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Y me falta la música, claro, y como Juana habla del jazz de Woody Allen, qué mejor que escucharle tocar el clarinete en un club de Nueva York:
 


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