Me gusta su visión 'histórica" de la existencia, cómo se sitúa en un tiempo y un espacio concretos y cómo mezcla a la perfección lo trascendente con lo inmanente. Presina es una romántica tímida y sentimental que desborda sus conocimientos y sus sentimientos en sus libros, tanto de narrativa como de poesía. Y en este último libro de poemas que ha desayunado conmigo esta mañana, "Si tus manos se olvidan de soñar" (2024, Ediciones del Genal), invoca a Neruda y nos lleva por su vida de investigadora y escritora, aunque el análisis conjunto de los 23 poemas me hacen pensar en una "sustancia interior" (es lo que busco siempre en los poemas o libros de poemas que caen en mis manos, tal como me enseñó mi maestro García Berrio a partir de Warren y Welleck) que no me habla de la Presina actual sino de la de hace 20 o 30 años o incluso menos. ¿Cómo era Presina entonces y cómo es ahora? Presina recrea el amor y el desamor, la añoranza y la presencia, la pérdida y los tesoros encontrados desde una sentimentalidad intuida y también analizada, como si le dejara paso al lenguaje de la piel. Pienso en su mirada del martes en la tertulia de Casa Manolo, con la que nos escrutaba a los tertulianos, en particular a Javier Del Prado, Peter Redwhite y a mí, en busca de una explicación a los latidos de su alma de escritora. Y me decía sin mover los labios, solo los ojos, que ella también es una "letraherida" en busca de su Shangri-la particular.
Termino el café y de escribir este texto en el móvil, e invito a Chopin, en Valldemossa o en cualquier rincón del corazón de Presina o el mío:
Porque una poeta siempre podrá decir: "yo sé que no te has ido, que estás conmigo" (p. 19).
Presina, tú, ahora, entonces, siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario