El poeta es un ser que vive dentro de sí mismo. Antes de escuchar ayer en el Auditorio Nacional "El anillo sin palabras", me saqué esta foto en el hall y después comprobé que encima del árbol de Navidad y de mí se proyectaba "La sílfide" en un video. Es un "ballet blanco" romántico (en la misma categoría que, por ejemplo, "El lago de los cisnes") que tuvo una gran influencia para el ballet del siglo XX. Fue el primero sin trama, un ballet abstracto, realizado en un acto, donde es la danza pura, única, la que lleva la pieza, en lugar de una trama establecida. Para ayudar a proporcionar un poco más de contexto, la premisa básica es un hombre solitario (el "poeta") rodeado de ninfas o sílfides del bosque, bailando a la luz de la luna. Lo demás lo puso Chopin:
Y después, sí, Wagner, la apoteosis del arte y la creación. Esta es la versión de Maazel, desde Berlín, con la mítica Filarmónica, que ayer escuché en Madrid. Mientras lo hacía comprendí de nuevo lo que buscaba Wagner. El dueño del anillo tiene que renunciar al amor. El amor es incompatible con la riqueza y la fama. Él y ella se convierten en Uno (como el de Parménides) después de que muera Sigfrido y de que lo haga a continuación Brunilda para estar juntos en la Eternidad:
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