Ayer por la mañana me fui a la sierra después de clase para conocer la casa de Almudena Mestre (hoy ella escribirá la crónica de la apasionada tertulia virtual que tuvimos por la tarde sobre el futuro de la literatura). En la terraza me dijo que mirara al cielo; en lo alto de un árbol se veía a una cigüeña, lo que significaba que la primavera está cerca. Me acordé de un poema del escritor José Bergamín, de su libro "Apartada orilla":
"En la llanura manchega
bajo las nubes se agacha
el vuelo de la cigüeña:
su sombra sobre la tierra
traza un caricaturesco
Don Quijote en silueta.
Se sueña y se desensueña
el corazón desasido
de la ilusión quijotesca.
y el alma se queda quieta
en el aire y en la luz
que en el cielo la aposentan".
Al volver a Madrid no se me iba de la cabeza ese sueño del Quijote, al igual que un poema de León Felipe que escuché por primera vez de niño en boca de Serrat:
Siempre habrá vencedores y vencidos, en el siglo XVII y en el XXI, y mis amigos saben de sobra con quiénes me quedo.
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