miércoles, 12 de febrero de 2025

"Y Montserrat Abulmahan se cortó la melena".


 
Ayer por la tarde, mientras llovía sobre Madrid, conocí en persona a una gran mujer, profesora, escritora, madre, incluso creadora de una Fundación en Guatemala para ayudar a muchas niñas a estudiar. La expresión de la melena la utilizó Javier del Prado Biezma cuando vio que en la Facultad de Letras de la Complutense Montserrat se había dejado el pelo corto. Me gustó la metáfora, como toda la tertulia, con mis amigos y sus amigos, para hablar de su vida y de su obra, que de alguna forma ejemplifican sus novelas "Todos extraños", "Trapos sucios" y "Cuando el cielo era azul" (2024), una especie de trilogía que abarca su historia y la historia de España desde la inmigración (ella nació en Tetuán, su padre en Palestina y su madre en Cataluña) hasta la actualidad. En la tercera novela dos adolescentes crecen y maduran en Ceuta desde los sesenta mientras se encuentran y se separan, desde el compromiso social de la generación de Montserrat para traer la Transición a España, defendiendo sus ideales de justicia y solidaridad.
Incluso Montserrat (se llama Nuria Condor por estos sitios virtuales) me dijo al entrar en Casa Manolo (al final de la calle Princesa, junto a los arcos de Moncloa) que no le parecía tan guapo como se dice en las redes, y que pierdo en persona, lo cual me pareció estupendo para bajarme los humos, aunque, al final de la divertidísima velada, Almudena Mestre me trajo una bolsa de magdalenas artesanas de la sierra y se me endulzó la noche, jeje. Y ahora, mientras me tomo el primer café de la mañana, en la que a lo mejor va a seguir lloviendo para dejar una mañana romántica, y escribo estas palabras, pienso en la música que le iría a este post y me viene Dvorak a la cabeza y su Sinfonía del Nuevo Mundo que me acompaña desde la niñez, con Karajan, por supuesto:
 
La vida no deja de ser un continuo descubrimiento.
 

 

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