La primera foto la saqué esta semana delante del centro cultural Gloria Fuertes. Me gusta que le hayan puesto el nombre de la poeta porque Fuertes me cae muy bien (por cierto, acabo de darme cuenta de que parezco Cervantes o cualquier otro escritor del Siglo de Oro con esta bufanda al cuello, como si fuera la gorguera o lechuguilla). Nos sentamos en una cafetería que está a unos pasos de allí, cerca de la casa de Almudena y el pueblo de Barajas, donde estuve cuando se presentó en el centro cultural el espléndido ensayo que Almudena escribió sobre mi obra literaria, "Lenguaje y ficcionalidad a ritmo de jazz" (2018, Huerga y Fierro). En la foto de portada, que sacó Silvia López una bonita tarde en el Matadero de Madrid, me veo como un personaje de una película de cine negro, interpretada por Bogart en "Casablanca", diciéndole a la chica que nuestro amor es imposible. Mientras me acercaba por la M-40 fui escuchando jazz, el que le gustaba también a Cortázar. Siempre digo que "Rayuela" es una de las novelas de mi vida, como París, como el jazz, algo que influyó en el título que Almudena puso a su ensayo.
Así que ahora me tomo el primer café de esta precisosa mañana de invierno escuchando el jazz de Cortázar desde la Fundación March (en su día invité a su director a nuestra tertulia):
La verdad es que no me importaría ser un escritor del Siglo de Oro, aunque me pediría mejor el papel del aventurero Lope escribiendo sonetos como este, porque quien probó el amor lo sabe:
"Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
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