miércoles, 30 de abril de 2025

"Kepa Murua, un escritor en busca de la libertad y la soledad de la escritura".


 
Viajó el lunes a Madrid desde el País Vasco para estar en nuestra tertulia; su tren estuvo siete horas detenido en un pueblo próximo a Valladolid. Llegó a las cuatro de la mañana y ayer por la tarde estaba con nosotros en Argüelles. Me gustó conocer a este poeta, narrador, ensayista y editor que siempre ha escrito en castellano, hasta en los "años de plomo", salvo cuando hablaba en euskera con su madre. Y gracias a él aprendí unas cuantas cosas. Me gusta la gente con la que puedo seguir aprendiendo. Hace un par de semanas comencé a leer su última obra con interés, "El libro de las estaciones", 2025, Los Libros del Mississippi). Por una parte me recordaba a mi último libro, dividido en las cuatros partes de las estaciones del año. Por otra en seguida comprendí que Kepa había reflexionado sobre los diferentes estados de ánimo por los que pasa una persona a lo largo del año, es decir, de la vida, incluyendo a un escritor, para explorar los grandes asuntos de la filosofía, el conocimiento, la realidad, la verdad, el paso del tiempo, la bondad y sobre todo el amor. Es un libro muy humano, lejos de lo que podría elaborar la IA. Me refiero a lo que los humanos entendemos por filosofía activa, basada en la vida, en lo que hemos vivido, algo que una máquina no logrará sentir. Además la filosofía no se sustenta en dar respuestas sino en hacer preguntas, algo que la IA tampoco entiende. Los meses van acompañados por cuatro textos algo más extensos, fragmentos de diario, aforismos, reflexiones en alto. La voz narradora no se fía del éxito, algo que puede tener cierto sentido cuando eres joven, pero se diluye a medida que maduras. Lo importante en la vida es hacer lo que quieras, con libertad y respeto hacia los demás y hacia ti mismo. Desde este ángulo Kepa piensa en los jóvenes, los que cogen el futuro de la vida y el mundo. Todo ello me llevó a relacionar el libro con los tres elementos del "Uno", del ser para los neoplatónicos, en este caso Plotino: la verdad, la bondad y la belleza, los puntos de arranque de las tres "Críticas" de Kant, la Crítica de la razón pura, la Crítica de la razón práctica y la Crítica del juicio.
En la página 120 dice Kepa: "Somos libres porque miramos donde la gente no mira, porque utilizamos palabras que no se utilizan, porque sentimos con otros gestos las mismas sensaciones que parecen distintas. Porque parecemos lejanos cuando estamos cerca. Porque nos alejamos si nos alcanzan. Porque pensamos que el futuro está a la vuelta de la esquina. Porque pensamos que ha de ser distinto. Porque leemos la vida con palabras que parecen nuevas. pero son las de siempre, como esa poesía que se confunde con la vida o esa tristeza que a veces anda muy cerca de la alegría".
 
Y dicho esto me callé, y escuché a un encantador escritor en busca de la bondad, del amor, de la soledad de la creación. Escuché a mis amigos hablando, preguntando, interrogándose, disfrutando al igual que yo, Almudena, Zhivka, Mariwán, Javier, Santiago, Pilar, Concha, Mercedes, Juana, Santiago, Antonio, María Victoria, Antonio Benicio, Marina, y todo ello en el centro de Madrid. 
 
Kepa nos dijo que había escrito un plan de trabajo muy pensado para el libro escuchando a la Naturaleza, a la lluvia, y continuamente las Cuatro Estaciones de Vivaldi reescritas por el músico alemán actual Max Richter. 
 
Anoche me acosté con esta música, y esto también se lo agradezco:
 

martes, 29 de abril de 2025

"La mecedora o cómo nos ven los demás, aunque se vaya la luz."


 
Ayer por la tarde una alumna me reconoció de espaldas por la calle. "Justo, Justo...", escuché una voz femenina detrás de mí, me volví, dejé de mirar el móvil que seguía sin funcionar y encontré a S., una alumna del año pasado. Tras un par de besos y comentar el apagón en todo España y cómo iba la marcha de la Carrera y de los próximos exámenes, esbozó una sonrisa y dijo que no lo iba a creer pero que me había reconocido por detrás. "Es que me fijaba en tus clases, para que veas que ponía interés", añadió. "No sabes lo que hablé con mi madre de algunos temas que suponía que nos ibas a preguntar en el examen. Al final conseguí la Matrícula de Honor. Hay cosas que no se olvidan".
Esa fotografía está hecha en el Palacio de Cristal del Retiro. Me fijo en el pelo. El otro día comenté a mis alumnos que iba a tocar madera para que no se me cayera en los próximos años.
 
Me tomo un café, miro la foto y recuerdo las dos mecedoras que he tenido en casa. En realidad todo comenzó cuando tenía siete años y viví un año entero en Felanitx, al este de Mallorca. Luego me compré una, pensando en aquella, en mi buhardilla del Barrio de las Letras de Madrid. Ese movimiento de la mecedora es como el movimiento de la vida, como la música de Offenbach para "Los cuentos de Hoffmann". El recuerdo de la mecedora de Felanitx (podría ser el título de uno de mis cuentos o de una de mis novelas) surgió de nuevo cuando vi la ópera en el Teatro Real, como un paseo en góndola por Venecia con ella:
 
En fin, aquí estoy yo, escribiendo y contándome la vida para el que la quiera leer conmigo.
 
Sí, también somos lo que dejamos a la espalda.

lunes, 28 de abril de 2025

"Pandora y el madrileño errante".


 
Ayer me pasé todo el día subiendo y bajando montañas, y en cierto momento empezó a escucharse en el coche "El holandés errante" de Wagner. Y tal vez soñara que me encontraba en Tossa de Mar, en la Costa Brava, un lugar donde he estado varias veces. Me gusta todo lo romántico y mítico que hay en el ser humano. Por eso me gusta el personaje de Pandora. Y no me hubiera importado ser Hendrick van der Zee (James Mason), un misterioso marinero, cuyo espíritu vaga sin rumbo alrededor de este mundo hasta encontrar a una mujer que muera de amor por él. Un día Pandora Reynolds (Ava Gardner), una mujer bellísima, llega nadando a su barco y en seguida se fija en ella puesto que es idéntica a la mujer que amó siglos atrás y murió por su culpa. Desconoce que Pandora destruye la vida de los hombres que se enamoran de ella por su incapacidad de amar o corresponderles. "Pandora y el holandés errante" (1951, dirigida por Albert Lewin) es considerada la "obra maestra del surrealismo cinematográfico", y me parece un universo de signos y símbolos. Al fin y al cabo, el mundo contemporáneo, adicto al pragmatismo, cataloga como absurdas las excentricidades del amor romántico esencialmente desmedido y loco. "Vivimos en una época en la que nadie cree en leyendas", dice el arqueólogo narrador de la historia -el propio Lewin-, con la luna y el mar, porque "conocer las profundidades de su alma sería casi tan imposible como vaciar el mar con una taza". Tossa de Mar es ahora la Esperanza, lo último que queda ya en la caja de Pandora, y en su playa aparecen los cadáveres de un hombre y una mujer. Y empieza la película de un hombre y una mujer que necesitan encontrarse para convertirse en eternos:
 
 
Como me gustan tanto el cine y la literatura, confieso que por mi vida siempre han pasado hermosas mujeres que se han enamorado de mí, mientras sonaba Wagner:
 

domingo, 27 de abril de 2025

"El hombre tranquilo".


 
Este próximo martes, a las 18.30, nos visitará en el Restaurante Best Princesa (Hotel Indigo, Marqués de Urquijo 4) el escritor vasco Kepa Murua (Zarautx, 1962), que viajará a Madrid para estar con nosotros. Unos días antes de Semana Santa presentó en Vitoria su "Libro de las estaciones" (2025, Los Libros del Mississippi), una especie de reflexión moderna sobre la clásica idea del Uno de Plotino: la verdad, la belleza y la bondad. 
 
Lo presentaré yo porque me ha gustado.
 
Hablando de Vitoria y el País Vasco, mientras amanece un domingo primaveral escucho la obra maestra de un músico de Vitoria, Jesús Guridi, "El caserío". Esta obra es una melodía sin fin desde el folclore vasco. Con libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw nos muestra la vida de una aldea campesina, la imaginaria Arrigorri, a principios del siglo veinte. Es un lugar idílico habitado por personajes típicos de la época, el indiano rico, el cura, el alcalde, el secretario, la tabernera, el pelotari. La vi en el teatro de la Zarzuela poco antes de la pandemia, y siempre me ha recordado a "El hombre tranquilo", de Ford, una de las obras maestras del cine, con eso de la herencia, las raíces profundas de la tierra y los amores y desamores. Ese Arrigorri soñado surge, mágicamente, entre la niebla apenas unos días cada mucho tiempo y sus entrañables habitantes, como los personajes del teatro, únicamente despiertan, aman, ríen y lloran durante un breve instante:
 
Seamos felices, ya que es gratis. Esto lo dice otro hombre tranquilo.

sábado, 26 de abril de 2025

"Saliendo de los Renoir de ver la última película de Costa-Gavras que se acaba de estrenar".


 
El director francogriego de "Z", "Missing" y "La caja de música" me ha interesado siempre, y con 92 años sigue haciendo cine inteligente y comprometido. Con "El último suspiro" aborda los dilemas morales de los cuidados al final de la vida. No es una defensa de la eutanasia, precisamente, sino de los cuidados paliativos, de la muerte digna. Si con Freud el tema de la sexualidad y la libido llenó el siglo XX, quizá el tema de "qué hacemos con la muerte", en un mundo cada vez más envejecido, terminará llenando el siglo XXI. En un diálogo continuo, el doctor Augustin Masset y el escritor Fabrice Toussaint se pasan la película discutiendo sobre la vida y la muerte. El médico es el guía y el escritor se deja llevar, con el fin de confrontar sus propios miedos y ansiedades. Es una película poética, donde cada paciente es una suerte de resumen de emociones, risas y lágrimas. Seguramente se quede a medias (creo que a un cineasta verdaderamente bueno hay que pedirle más, aunque es increíble que un director de más de 90 años haya filmado una película como esta), pero aun así vale la pena verla. Es tan necesaria como pueda serlo "Sorda", como dije el otro día.
 
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Y ahora una simple anécdota. Junto a nosotros estaba sentada una señora que me dijo que la estaba molestando con mis risas antes de que empezara la película. Parece ser que le interesaban mucho los anuncios, incluso uno de colonias. Está claro que todos nos vamos a morir, pero me parece a mí que es mejor vivir con una sonrisa en los labios.
 

 

"Los paseos y los libros".


 
"Tus posts son para mí algo similar a "El Paseo" de Walser. Ese saber ver la belleza, allí donde esté, a pesar de los que intentan destruirla", dijo por aquí el otro día mi amiga María Jesús Egmont.
 
Pasear y leer son dos de mis aficiones favoritas, y prestar atención a todo lo que veo, sobre todo a la gente. En esto soy un poco como el Stephen de Joyce, pero de ello hablaré otro día, cuando lea el libro que me regalaron del irlandés el pasado Día del Libro. El aprendizaje peripatético alude al debate, a la reflexión y el análisis profundo que surje mientras se camina. Se originó en torno al 335 a.C. en la Grecia antigua. Aristóteles no podía poseer propiedades, puesto que no era ateniense, y fundó una escuela basada en las personas en vez de en los edificios. María Jesús se refiere a una de las hermosas novelas cortas del siglo veinte. Un poeta sale a pasear y ante su mirada se alternan la belleza de la vida y el absurdo de las convenciones de la sociedad, el sonido de una voz que canta y el espectáculo del teatro del mundo. Suelo leer paseando por la calle y hasta me preparo las clases; me detengo en cualquier sitio o me siento en un banco, y me pongo a escribir. Paseando el otro día por San Bernardo, me metí en la antigua Biblioteca de la Complutense y me encontré con parte del legado que la familia del filósofo Julián Marías hizo a la Universidad en 2023. Aprecio a este pensador porque fue discípulo de Ortega y los libros de ambos andaban por casa cuando era pequeño; llegado el momento solo tuve que alargar la mano y leerlos. Ortega y Marías son de la Escuela de Madrid y defienden que la claridad mental y la capacidad de comunicar los hallazgos que se consigan es la mayor cortesía que un pensador puede tener hacia sus lectores. Marías fue lúcido para no abrazar las ideas de moda, oportunas e indefendibles. Su obra es profunda y libre, y aborda cuestiones como la muerte y la inmortalidad con la misma facilidad con la que estudia la naturaleza del tiempo y la eternidad, la vocación filosófica y la esencia vital, y la libertad y la democracia. Después de sacar algunas fotos, terminé leyendo a Neruda en una librería.
 
Y ahora me tomo un café, escribo este texto y escucho uno de los paseos que más me gustan por París, aunque yo no sea neoyorquino, sino madrileño:
 

viernes, 25 de abril de 2025

"La joie de vivre".


 
Como me interesan tantas cosas, ayer se me hizo de noche leyendo sobre la pintora polaca Tamara Lempicka (en la segunda fotografía). El motivo es que mi amiga pintora y arqueóloga Johana Roldán va a impartir un curso sobre ella en la Universidad de Alcalá, en la que es profesora de dibujo, tres viernes de mayo. Algunas veces he hablado de la genialidad de ciertas personas que he conocido en mi vida. Son genios aunque ellos no lo sepan y vivan absolutamente a su aire y en su mundo. Una es Johana y Lempicka debió de serlo también, con su estilo Art Déco. En sus autorretratos y figuras elegantes, simplificó el volumen y el espacio en formas tubulares y cristalinas. "Mi objetivo nunca es copiar, explicó, sino crear un nuevo estilo, colores claros y luminosos y sentir la elegancia de las modelos". Nacida en 1898 en Varsovia, Polonia (entonces aún era del Imperio ruso), en el seno de una familia adinerada, pasó buena parte de su infancia en Suiza y en Italia, y cayó bajo el influjo de las obras de los autores renacentistas y manieristas. Huyó de San Petersburgo y los bolcheviques con su marido en el 17 y llegó a Francia. En la década de 1920, se integró en la vanguardia parisina y conoció a Picasso, Cocteau y Gide. Fue aquí donde se dice que se reinventó, mientras estudiaba con Maurice Denis y André Lhote. Su impactante retrato de su hija rubia y rizada, "Kizette en el Balcón" (cuarta foto), le supuso el primer premio de la Exposición Internacional de Bellas Artes de 1927. En 1939, huyó de la inminente Segunda Guerra Mundial a Estados Unidos y se estableció en Los Ángeles y luego en Nueva York. Un renovado interés por sus obras a mediados de la década de 1960 dio lugar a la exposición del movimiento Art Déco en el Museo de Artes Decorativas de París y a una gran retrospectiva en la Galería de Luxemburgo en 1972. Falleció en el año 1980 en Cuernavaca, México. Sus obras están en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, el de Bellas Artes de Nantes, Francia y el Nacional de Mujeres en las Artes, Washington, DC, entre otros.
 
Y ahora, mientras me tomo el primer café de esta preciosa mañana de primavera, pienso que el Art Déco alababa el progreso y que el jazz fue el movimiento emblemático de los 20. A su vez el baile era un apoyo de los músicos de Hollywood durante los 30. Los ritmos del charlestón, el lindy hop, el foxtrot y el claqué, popularizado por Fred Astaire, Gene Kelly y otros imitaban la geometría asimétrica de los diseñadores de Art Decó. Así que el análisis técnico de la pintura de Lempicka se lo dejo a Johana (se encuentra en la tercera fotografía) mientras que bailan Fred Astaire y Ginger Rogers en unas escenas típicas del Art-déco aplicado al cine:
 
 
Acabo el día cansadísimo de tantas clases y lecturas, pero de lo que nunca me cansaré es de la elegante belleza que me regala la vida cada día.
 


 


jueves, 24 de abril de 2025

"Leer hoy es un acto de disidencia".


 

Ayer una amiga tertuliana que no usa las redes sociales me dijo que soy un "enfant terrible". Ayer también empecé a impartir un máster en la Universidad de muchas horas (aprovecho para dar las gracias a los preciosos e inteligentes comentarios sobre el post que dediqué a mi tertulia como una gran familia literaria) y conocí a una alumna que es italo peruana, entre otros alumnos extranjeros que estudian en Madrid, y entre bromas volvió a salir el asunto de si me doy un aire a Pacino, de origen italiano, como también me han dicho toda la vida, que si parezco italiano. El caso es que esta alumna me recordó a un amigo escritor de Perú que siempre escribe comentarios inteligentes en las redes, como esta frase que me dijo hace unos días: "Todos los caminos te llevaron a ser escritor". Me refiero a Walter Lazo García. Estas palabras de Walter me recuerdan, por otra parte, a un artículo que escribí en el Diario Progresista, "El escritor ante sí mismo", y una entrevista en la TV sobre mi novela "Las mentiras inexactas" (2012). Un alumno que está acabando ahora la carrera me dijo antes de las vacaciones de Semana Santa que había leído ese artículo en Internet y había visto la entrevista, puesto que a su padre también le habían entrevistado en el mismo medio para hablar de Historia del Arte. Tal vez el hecho de no tener TV (está estropeada desde hace semanas) ni ver las series que se reproducen como los hongos (la última que recuerdo es una que vi cuando era niño, "Bonanza") me permite hacer otras cosas, como leer y pensar.

Este es el artículo:


https://www.diarioprogresista.es/el-escritor-ante-si-mismo-por-justo-sotelo/

Y esta es la entrevista:

https://www.youtube.com/watch?v=H1QEU5s_TsI

Seguramente el secreto de ser un "enfant terrible" en estos tiempos radique en el libro y el bolígrafo que se lleva en el bolsillo de la chaqueta, además de tener alumnas universitarias encantadoras.

miércoles, 23 de abril de 2025

"La familia de la literatura en el Día del Libro y el Cervantes de Álvaro Pombo".

 
Soy feliz con muchas cosas, y una es mi tertulia, más aún si vuelve, después de una temporada enfermo, mi querido arquitecto y pintor Santiago Martínez Sáenz, que ha sido su codirector durante muchos años. A pesar de que no lo pueda recoger en persona, por su estado de salud, hoy entregan el Cervantes a Álvaro Pombo, que hace años escribió un artículo sobre Rilke en el que dijo algo que siempre me ha interesado para analizar cualquier libro: "El artista toma sus propios sentimientos y, en lugar de decirlos arrastrando en ellos su peculiar sensación del mundo, los pone ante sí, los objetiva, narrándolos como otra cosa más entre las cosas".
 
Sobre estas palabras quise que se desarrollara la tertulia de ayer por la tarde en el Hotel Indigo Madrid-Princesa, en el barrio de Argüelles, cerca de la casa de Pombo (donde se instaló en los 70 tras vivir en Londres y nacer en Santander en 1939), y quise hablar de su novela "El metro de platino iridiado" (1990, Anagrama), que fue la primera que leí y he repasado estos últimos días. Había pedido a mis amigos que comentáramos el libro que hubiéramos leído en Semana Santa. Y analicé el libro de poemas "La boca en las tapas" (2024, Betania), de la nueva tertuliana Soledad Velázquez, que tiene mucho que ver con las palabras que he citado con relación a Rilke. El título del libro de Pombo se refiere a la unidad de medida del metro, establecida como patrón con una aleación de platino e iridio, vigente entre 1889 y 1960, y así alude a la protagonista de la novela, María, que se casa con Martín, joven profesor de filosofía y novelista incipiente, y es el centro de una familia que gira alrededor por su dulzura y voluntad de ayudar a todos. En cierto momento toma relevancia una partida de ajedrez. Pombo es uno de nuestros grandes narradores vivos (él se considera más poeta), pero creo que la complejidad de su literatura se observa mejor en la novela. Aficionado a la historia medieval y la filosofía fenomenológica, en sus libros se mezclan la investigación psicológica y la filosofía. Él mismo define su método literario como "psicología-ficción". El libro de Soledad Velázquez también me ha parecido espléndido, entre otras cosas porque encontré similitudes con la poesía de Leopoldo María Panero, en concreto con "El ciervo aplaudido", y leí algunos poemas. Nuestro editor Antonio Benicio Huerga corroboró mis palabras. Acto seguido Lola Walder nos contó una anécdota que había vivido con Pombo comprando pescado en el súper del Corte Inglés del barrio y luego se refirió a "El gran Gatsby" y Scott Fitzgerald, Juan Tena a "El baile" de Irène Némirovsky, Isabel Fernández Bernaldo de Quirós a la escritora Simone Weil y su mundo tan especial y complejo, Pilar Ferrando e Ignacio Ferrer hablaron de literatura afgana, Santiago de su faceta como pintor, María Victoria Huertas leyó uno de mis "Cuentos de los viernes", "El pañuelo", con el Otelo de Shakespeare, Mariwan Shall intervino con su pasión característica para relacionar a Husserl con lo que yo había dicho de Pombo. Y Almudena Mestre y Vicente Rey no pudieron comentar los libros que se habían traído, uno de Eloy Tizón y otro de Marc Colell, y lo harán otro día. 
 
En el libro que he mencionado de Panero se cita a Lou Reed (además de a Pound, Eliot, Lacan, Kierkegaard, Gimferrer, Virgilio y Ovidio), y como también he citado a Shakespeare, escucho su Romeo y Julieta mientras amanece y antes de prepararme un máster que tengo que dar hoy durante muchas horas seguidas:
 
 
Como dije por Wasap antes de la tertulia a Javier Del Prado (que no pudo venir, así como Peter, Pilar, Oskar, Eduardo y otros amigos) lo importante no es el lugar de las tertulias, sino las personas. Y ya que me mencionaron varias veces como Pacino y al acabar firmé mi libro a Soledad, lo realmente importante es la familia de la literatura, casi como la de "El padrino".
 

 




martes, 22 de abril de 2025

"La tertulia de los amigos de Justo y la bohemia de Madrid".


 
El escritor Enrique Pérez Escrich (Valencia, 1829-Madrid, 1897) fue el que inauguró la literatura bohemia española con su novela "El frac azul. Memorias de un joven flaco" (1864) (le señalo con la mano en la segunda foto del cuadro pintado por Ricardo María Navarrete Fos que está en el Prado, aunque me lo he encontrado paseando por el museo Municipal de la calle Fuencarral, en una exposición dedicada a la bohemia). Con un carácter autobiográfico, Escrich advertía a los jóvenes de los peligros que acechaban en el camino de la fama. Al lado de Elías, alter ego del autor, el resto de personajes de la novela fueron reales, como los escritores Florencio Moreno Godino (Floro Moro Godo), Antonio Altadill o Roberto Robert. Madrid fue el centro de la bohemia española, entonces una ciudad en transformación que se convirtió en el escenario urbano de sus aventuras y desventuras. La expresión "Viva la bohemia" que aparece en la primera foto que me hice es con la que termina la novela "La dernière Aldini" (1839), de George Sand, y se considera que es la primera vez que se utilizó en literatura.
 
Esta tarde siguen mis tertulias a las 18.30 en el Hotel Indigo Madrid-Princesa, en la calle Marqués de Urquijo 4, y la idea es hablar del libro que cada tertuliano haya leído esta Semana Santa. Y hablando de tertulias, la tercera foto de la exposición que he compartido es de un cuadro pintado por Arturo Souto, hacia 1928, de la mítica tertulia que tenía Valle-Inclán en el Café Granja El Henar, en la calle Alcalá, al lado del Círculo de Bellas Artes. 
 
Pensando en una música española romántica, me vienen a la cabeza las cinco sinfonías de Miguel Marqués (Palma de Mallorca, 1843-Madrid, 1918), casi las únicas del repertorio español. La tercera es la que le dio más prestigio. Pero, claro, estamos en España; seguro que habría sido un compositor reconocido en toda Europa si el ambiente musical de este país le hubiera permitido subsistir de otra forma que tocando como violinista en los teatros. La interpreta la Filarmónica de Málaga:
 

lunes, 21 de abril de 2025

"Para el Papa Francisco, un hombre bueno".



 
El escritor tinerfeño Javier de la Rosa me acaba de enviar por Wasap este poema en homenaje a Francisco. Y ahora me parece adecuado reproducirlo por aquí. En la foto estoy con Javier el verano pasado en la Rambla de Santa Cruz de Tenerife. Como digo habitualmente a mis alumnos, somos lo que pensamos, pero sobre todo somos lo que hacemos.
 
"Abierto el cuerpo
De la
imagen
El ruego de los dioses
Sempiterno
Allá la recta
Infinita,
Parece doblarse
El horizonte
Tras la línea
Continúa de la vista,
Tu seguimiento
Del Imperio de Roma
El secreto la plegaria
Del libro Sagrado,
Sentimiento y poder
De la mente
Fuerte, poder, sí,
Aún en desistimiento
Cabalgar sobre la duda, apretar con puño fuerte
Las bridas del canto
Del arpa en campo suelto.
 
(In memoriam, Papa Francisco).
 
......................
Mientras leía el poema me ha venido a la cabeza el maravilloso final de la sinfonía Resurrección de Mahler:
 

"Siempre en busca de la belleza".


 
Mi íntimo amigo Javier, mi cura vasco favorito, me llama santo laico, como ya he comentado más de una vez. Y ayer este "santo laico" se sentó en la zona de las autoridades civiles y militares de la catedral primada de Toledo (yo no pintaba nada allí, claro, pero había un sitio libre) y escuché perfectamente el momento en el que el arzobispo se refirió al "Cantar de los Cantares" para mencionar a María Magdalena que se acercó al sepulcro de Jesús y lo encontró vacío, y me acordé de las interpretaciones de este poema de la Biblia por parte de San Juan de la Cruz y Fray Luis de León. ¿La belleza es de alguna fecha? ¿Quién tiene el patrimonio de la belleza? Tenía a mi lado al jefe de la Policía Nacional y en cierto momento me puse a charlar con él. Fue un rato agradable, como todo el día paseando por Toledo, seguramente la ciudad más bella de España, la ciudad árabe, judía y cristiana, la visigoda, románica y gótica. Luego algo de ella lo encontré en Girona y también me la quedé, como hago siempre con lo que me gusta. Me sé Toledo de memoria y me sé sus calles por la noche a la luz de los faroles. Es la Toledo romántica sin gente, una ciudad sentimental.
 
Y, al regreso en el coche, Bach:
 
"Rían los cielos, alégrese la Tierra
y todo lo que en su seno encierra;
el Creador vive, el Altísimo triunfa,
libre de las ataduras de la muerte.
El que había escogido la tumba como descanso,
el Santo, no podía corromperse..."
 
Aunque pase el tiempo y el rostro se me llene de arrugas y la Capilla Sixtina se olvide de la mirada de Miguel Ángel o mi mirada miope se pierda en los cuadros de Da Vinci, mis oídos siempre se dejarán seducir por la belleza.

domingo, 20 de abril de 2025

"El cine de Hong Sang-soo o la sencillez de la libertad".


 
Aún no he perdido la costumbre de ir al cine.
 
¿Cómo filmar los poemas del mayor poeta coreano del siglo XX Yun Dongju, que yo no conocía? ¿Qué escribir cuando la vida te permite mantener intacta tu curiosidad y seguir aprendiendo?
 
Iris (Isabelle Huppert) deambula por Seúl, y a ratos practica la flauta en los parques o se sienta sola y saborea el vino de arroz coreano, el Makgeolli, entre bocados de bibimbap, arroz con vegetales y carne. Como necesita dinero, recurre a la enseñanza del francés, donde la conocemos por primera vez, a mitad de una clase, con un estudiante coreano y rodeados de libros. Luego nos encontraremos en la calle con las inscripciones de dos poemas de Yun Dongju (1917-1945), que murió en la Segunda Guerra Mundial:
 
"Prólogo":
 
"Hasta el día en que muera,
anhelo no tener ni una pizca de vergüenza
cuando miro hacia el cielo,
así que me he atormentado a mí mismo,
incluso cuando el viento agita las hojas.
Con un corazón que canta las estrellas,
amaré todas las cosas que mueren.
Y caminaré por el camino
que se me ha dado.
Esta noche, de nuevo, el viento roza las estrellas".
 
El mismo poema en coreano e inglés:
 
Y varios poemas más:
 
A primeros del 23 vi en los mismos cines Golem su anterior obra, "La novelista y su película", y me hice una fotografía, como ayer (Hong está en la cuarta). Este es el tráiler de la película estrenada este miércoles y que ganó el año pasado el Festival de Berlín. Es un tipo de cine minimalista, donde apenas ocurre nada, salvo la vida. Como suele ser habitual, éramos una docena de personas, aunque delante de nosotros había una pareja de veintipocos años. Quizá nada esté perdido todavía:
 
En cierto momento Iris se pregunta por qué los hombres guapos siempre mueren jóvenes.