miércoles, 16 de abril de 2025

"Como soy un príncipe, ayer me fui a mi castillo".


 

No obstante, como soy un príncipe encantado necesito a una dama que venga a caballo para darme un beso y despertarme de mi sueño. Luego, si quiere, ella puede representar el papel de Elsa de Brabante y yo el de Lohengrin, hijo de Parsifal y caballero del Santo Grial, pues he viajado por el río de la fotografía en una barca tirada por un cisne. De pronto nos hemos ido al siglo X, cuando las fronteras del Sacro Imperio Romano Germánico están amenazadas por las incursiones de los invasores húngaros. A orillas del río Escalda, en lo que hoy es Amberes, se reúnen las tropas del rey Heinrich, pero existe un vacío de poder en Brabante. El heredero, Gottfried, ha desaparecido, y el noble Friedrich von Telramund acusa a su hermana mayor, Elsa, de haberlo asesinado. Es una acusación falsa, ya que Telramund anhela tener el control del ducado, pero Elsa debe defender su inocencia. El rey decide que la disputa se resuelva con un duelo, y Elsa convoca a un caballero a quien solo ha visto en sueños, y ya sabemos que los sueños se cumplen siempre que queramos. Por el río llega una barca tirada por un cisne en la que aparece un hombre envuelto en luz. El guerrero acepta así defender a Elsa con la condición de que nunca le pregunte ni su nombre ni su origen. Cuando el caballero vence a Telramund, Elsa es nombrada duquesa de Brabante y se casa con su paladín.
 
Al final él y ella se casan y son felices, y una tarde se van a la ópera para convertirse en personajes de la obra romántica de Wagner por excelencia:
 
Y piensan que somos tú y yo.

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