lunes, 26 de marzo de 2018

El otro día me bajé del autobús y me encontré de frente con este anuncio en la marquesina.

¿Por qué habrá gente siempre enfadada por todas partes, me pregunté, en el metro, en los aeropuertos, conduciendo, caminando, trabajando? Es como si el mundo les debiera algo y no les pagara.

Mientras pensaba en estas cosas, pasó junto a mí un niño de la mano de su madre. Le saqué la lengua, él me la sacó a mí, me alargó la mano y me ofreció un caramelo.

Luego sonreímos.

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