¿Por qué habrá gente siempre enfadada por todas partes, me pregunté,
en el metro, en los aeropuertos, conduciendo, caminando, trabajando? Es
como si el mundo les debiera algo y no les pagara.
Mientras
pensaba en estas cosas, pasó junto a mí un niño de la mano de su madre.
Le saqué la lengua, él me la sacó a mí, me alargó la mano y me ofreció
un caramelo.
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