A veces todo lo que pretendemos encontrar (amor, sentido vital,
compasión, lealtad) resulta imposible debido a nuestra inevitable
debilidad como seres humanos.
Me han regalado el testamento
cinematográfico de Ingmar Bergman ("Sarabanda", 2003), con unos
impecables Liv Ullmann y Erland Josephson, que ya habían interpretado
los mismos papeles en "Secretos de un matrimonio" (1973) y que se
separaron por la infidelidad de él.
Además de mencionarse a Bach continuamente en la estructura
de dúo de una zarabanda, la nieta del personaje de Josephson se refiere
a la dificultad de interpretar la sonata para celo de Hindemith. La
relación con su padre roza el incesto y la incomprensión mutua.
(Esta es la sonata, que me gusta casi tanto como las partitas de Bach: https://www.youtube.com/watch?v=seWlG50y-so)
La aparición de Hindemith (1895-1963) en la película me llevó a escuchar esa sonata y recordar su ópera más conocida, "Matías el pintor", referida al pintor alemán del siglo XVI, Matthias Grünewald (1460-1528). Su lucha por expresarse artísticamente en el clima de represión de su época es un espejo de la vida de Hindemith. El nazismo consideró la obra de este como degenerada y tuvo que exiliarse.
La obra maestra de Grünewald es el "Retablo de Isenheim" (1512-1516), con unas tentaciones surrealistas y terribles a San Antonio, claramente inspiradas en El Bosco. El retablo lo forman nueve paneles; el más famoso es su tabla central, con una Crucifixión pintada al temple y óleo sobre panel de madera, donde el peso de la culpa de los hombres parece que está a punto de hacer caer el palo de la cruz. El políptico abierto alcanza cerca de ocho metros. Se exhibe en el Museo de Unterlinden de Colmar, Alsacia, Francia.
Grünewald tuvo que abandonar, precipitadamente, su puesto de pintor de la Corte en 1525 ya que que se puso de parte de la revuelta campesina y del protestantismo.
Supongo que estas reflexiones tendrían que transportarme de nuevo a los dramas psicológicos que aborda Bergman en el siglo XX y que tanto deben a Freud, Jung y Lacan.
El ser humano no deja de ser curioso, complejo e interesantísimo.
La aparición de Hindemith (1895-1963) en la película me llevó a escuchar esa sonata y recordar su ópera más conocida, "Matías el pintor", referida al pintor alemán del siglo XVI, Matthias Grünewald (1460-1528). Su lucha por expresarse artísticamente en el clima de represión de su época es un espejo de la vida de Hindemith. El nazismo consideró la obra de este como degenerada y tuvo que exiliarse.
La obra maestra de Grünewald es el "Retablo de Isenheim" (1512-1516), con unas tentaciones surrealistas y terribles a San Antonio, claramente inspiradas en El Bosco. El retablo lo forman nueve paneles; el más famoso es su tabla central, con una Crucifixión pintada al temple y óleo sobre panel de madera, donde el peso de la culpa de los hombres parece que está a punto de hacer caer el palo de la cruz. El políptico abierto alcanza cerca de ocho metros. Se exhibe en el Museo de Unterlinden de Colmar, Alsacia, Francia.
Grünewald tuvo que abandonar, precipitadamente, su puesto de pintor de la Corte en 1525 ya que que se puso de parte de la revuelta campesina y del protestantismo.
Supongo que estas reflexiones tendrían que transportarme de nuevo a los dramas psicológicos que aborda Bergman en el siglo XX y que tanto deben a Freud, Jung y Lacan.
El ser humano no deja de ser curioso, complejo e interesantísimo.
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