jueves, 15 de diciembre de 2016

Cincotti.

Sotelo me ha pedido que le cuente algo bonito que me haya sucedido mientras él escribía su libro. Le queda poco para terminarlo y quiere poner algo mío.

Le digo que me gusta cantar y bailar mientras me tomo el primer café de la mañana. Él ríe y mueve la cabeza en señal de aprobación. También le digo que el baile más hermoso de este año ha sido con una persona especial, diferente, en un hermoso jardín, al atardecer, como si estuviéramos en una de las terrazas de esos edificios de Nueva York que parece que rozan el cielo, quién sabe si dentro de una película de Woody Allen. Sé que a él le gustan tanto Manhattan como el director de "Annie Hall", así que lo digo suponiendo que va a incluirlo en su libro.

Ella me descubrió a Cincotti mientras bailábamos, uno de los pocos cantantes blancos de jazz que podría compararse a un cantante negro. Además, me permitió confirmar la máxima de mi vida, que no es otra que hacer las cosas sin esperar nada a cambio, ni poder, ni dinero, ni amor, ni sexo, ni popularidad. Los dos sabemos que la bondad es el arma más poderosa del mundo. 

Le digo todo eso y me responde que soy un romántico empernido.

No sé.

2 comentarios:

  1. Una vez más seduce y atrapa la forma narrativa maravillosa que tiene otro de los cuentos y quizá, el último del Libro que saldrá a la luz " Cuentos de los otros" de Justo Sotelo.
    Se despoja, se dibuja, se perfila el propio autor como protagonista-narrador de su cuento metaliterario. su yo sobresale de nuevo para mostrar mmediante la ficción características de su propia personalidad. Tal vez Sotelo en el cuento no haga referencia a si mismo, al autor pero sin embargo, nos introduzca en un juego ficcional para confundir al lector mediante la metalepsis dando su apellido al personaje.
    Sobresale el rasgo de la bondad como una de las armas más poderosas del mundo, aportando un rasgo de identidad del autor. Un perfecto colofón al libro para desenmarañar esa red que se entreteje dentro de él.
    Realmente entrañable y dulce, un final cinematográfico a ritmo de jazz con Woody Allen. Te felicito Justo. Un abrazo

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