Ya no voy a ser poema.
El otro día M Jesús Egmont me calificó como Scheherazade, y antes ya me había llamado poema. Será una manera de seguir escribiendo un post cada mañana en Facebook, como si mis amigos fuerais el sultán Shahriar y estuvierais dudando de si cortarme o no la cabeza cada día.
Aunque ya puestos no me importaría ser Marcel Proust, y darme una vuelta de vez en cuando por el camino de Swann de la mano de Odette de Crécy. Digo esto porque el pintor francés Jacques-Émile Blanche (1861-1942) pintó a la bailarina Ida Rubinstein como Scheherazade, pero también es el autor del famoso retrato de uno de los tres o cuatro escritores más importantes del siglo XX. Los colores de la tercera foto que he puesto me recuerdan a ese cuadro de Scheherazade. Así que vuelvo a sentarme en una silla del Café Gijón y a observar la actuación de la actriz Ángela Guzmán, en una fotografía que nos hizo Silvia López hace un mes y pico.
Y mientras tanto me tomo un café y escucho las tres canciones de Maurice Ravel sobre Scheherazade. Ravel empezó a escribir una ópera, pero la dejó a medias. Tiempo después leyó unos poemas firmados por Tristán Klingsor, pseudónimo de León Leclère, y puso música a tres de ellos: "Asia", "La flauta encantada" y "El indiferente".
https://www.youtube.com/watch?v=0O72yiqsWFA
Dedicó las canciones a la soprano Jeanne Hatto, que las estrenó el año 1904 en la Société National de París. El ciclo comienza con la intensidad y voluptuosidad de "Asia" (inspirada en algunos temas de la ópera de 1899). Es la primera y más extensa. La protagonista sueña con tierras exóticas. Muchas líneas se inician con la frase "Quisiera" para introducir imágenes de joyas, princesas, paisajes e incluso asesinos, mientras que la música alcanza el clímax cuando acompaña a la frase "quisiera ver morir de amor o de odio".
"Asie, Asie, Asie.
Vieux pays merveilleux des contes de nourrice
Où dort la fantaisie comme une impératrice
En sa forêt tout emplie de mystère.
Asie,
Je voudrais m’en aller avec la goëlette
Qui se berce ce soir dans le port
Mystérieuse et solitaire
Et qui déploie enfin ses voiles violettes
Comme un immense oiseau de nuit
dans le ciel d’or.
Je voudrais m’en aller vers des îles de fleurs
En écoutant chanter la mer perverse
Sur un vieux rythme ensorceleur.
Je voudrais voir Damas
et les villes de Perse
Avec les minarets légers dans l’air.
Je voudrais voir de beaux turbans de soie
Sur des visages noirs aux dents claires.
Je voudrais voir des yeux sombres d’amour
Et des prunelles brillantes de joie
En des peaux jaunes comme des oranges;
Je voudrais voir des vêtements de velours
Et des habits à longues franges.
Je voudrais voir des calumets entre des bouches
Tout entourées de barbe blanche;
Je voudrais voir d’âpres marchands
aux regards louches,
Et des cadis, et des vizirs
Qui du seul mouvement de leur doigt
qui se penche
Accordent vie ou mort au gré de leur désir.
Je voudrais voir la Perse,
et l’Inde, et puis la Chine,
Les mandarins ventrus sous les ombrelles,
Et les princesses aux mains fines,
Et les lettrés qui se querellent
Sur la poésie et sur la beauté.
Je voudrais m’attarder au palais enchanté
Et comme un voyageur étranger
Contempler à loisir des paysages peints
Sur des étoffes en des cadres de sapin
Avec un personnage au milieu d’un verger.
Je voudrais voir des assassins souriant
Du bourreau qui coupe un cou d’innocent
Avec son grand sabre courbé d’Orient.
Je voudrais voir des pauvres et des reines;
Je voudrais voir des roses et du sang;
Je voudrais voir mourir d’amour
ou bien de haine.
Et puis m’en revenir plus tard
Narrer mon aventure
aux curieux de rêves,
En élevant comme Sindbad
ma vieille tasse arabe
De temps en temps jusqu’à mes lèvres,
Pour interrompre le conte avec art".
"Asia, Asia, Asia.
Viejo país maravilloso de cuentos de nodriza
donde duerme la fantasía como una emperatriz
en su bosque lleno de misterio.
Asia,
allí quisiera ir con la goleta
que se mece esta noche en el puerto
misteriosa y solitaria
y que al fin despliega sus velas violetas
como un inmenso pájaro nocturno
en el cielo dorado.
Quisiera ir a las islas de las flores
oyendo cantar al perverso mar
sobre un viejo ritmo encantador.
Quisiera ver Damasco
y las ciudades de Persia
con los minaretes ligeros en el aire.
Quisiera ver hermosos turbantes de seda
sobre rostros negros de dentadura clara.
Quisiera ver ojos sombríos de amor
y pupilas brillantes de alegría
y pieles amarillentas como naranjas;
quisiera ver ropas de terciopelo
y túnicas de largos flecos.
Quisiera ver pipas entre los labios
rodeados de barba blanca;
quisiera ver astutos mercaderes
de miradas desconfiadas,
y cadíes, y visires
que con el solo movimiento de su dedo
al arquearse
conceden vida o muerte a voluntad.
Quisiera ver Persia,
y la India, y después China,
a los orondos mandarines bajo las sombrillas,
y las princesas de manos delicadas,
y a los eruditos que disputan
sobre la poesía y la belleza.
Quisiera demorarme en el palacio encantado
y como un viajero extranjero
contemplar a placer paisajes pintados
sobre telas en marcos de madera de pino
con una figura en medio de un vergel.
Quisiera ver a asesinos sonriendo
al verdugo que corta un cuello inocente
con su gran cimitarra de Oriente.
Quisiera ver pobres y reinas;
quisiera ver rosas y sangre;
quisiera ver morir de amor
o bien de odio.
Y después volver más tarde
a contar mi aventura
a las personas ávidas de sueños,
levantando como Simbad
mi vieja taza árabe
de cuando en cuando hasta mis labios,
para interrumpir con arte mi relato".
En la segunda, "La Flauta Encantada", tiene a una esclava prisionera como protagonista, que escucha a lo lejos el sonido de una flauta y siente cómo ese sonido acaricia su mejilla:
"L’ombre est douce et mon maître dort
Coiffé d’un bonnet conique de soie,
Et son long nez jaune en sa barbe blanche.
Mais moi, je suis éveillée encor
Et j’écoute au dehors
Une chanson de flûte où s’épanche
Tour à tour la tristesse ou la joie.
Un air tour à tour langoureux ou frivole
Que mon amoureux chéri joue,
Et quand je m’approche de la croisée,
Il me semble que chaque note s’envole
De la flûte vers ma joue
Comme un mystérieux baiser".
"La sombra es dulce y mi amo duerme
tocado con un bonete cónico de seda,
y su larga nariz amarillenta en su barba blanca.
Pero yo aún estoy despierta
y escucho desde fuera
la canción de una flauta en que se despliega
ora alegría, ora tristeza.
Una melodía ora lánguida, ora frívola
tocada por mi amado,
y cuando me acerco a la ventana,
me parece que cada nota vuela
desde la flauta a mi mejilla
como un beso misterioso".
La tercera, "El Indiferente", juega con la ambigüedad sexual: un joven, sabiendo que ha conmovido e inquietado al poeta, sigue su camino con total indiferencia.
"Tes yeux sont doux comme ceux d’une fille,
Jeune étranger,
Et la courbe fine
De ton beau visage de duvet ombragé
Est plus séduisante encor de ligne.
Ta lèvre chante sur le pas de ma porte
Une langue inconnue et charmante
Comme une musique fausse…
Entre!
Et que mon vin te réconforte...
Mais non, tu passes
Et de mon seuil je te vois t’éloigner,
Me faisant un dernier geste avec grâce
Et la hanche légèrement ployée
Par ta démarche féminine et lasse".
"Tus ojos son dulces como los de una niña,
joven extranjero,
y la fina curva
de tu hermoso rostro de plumón ensombrecido
tiene un perfil aún más seductor.
Tus labios cantan a los pies de mi puerta
en una lengua desconocida y encantadora
como una música desafinada…
¡Entra!
Y que mi vino te reconforte...
Pero no, pasas de largo
y te veo alejarte de mi umbral,
haciéndome un último gesto garboso
y balanceando ligeramente la cadera
con tu andar femenino e indolente".
El otro día M Jesús Egmont me calificó como Scheherazade, y antes ya me había llamado poema. Será una manera de seguir escribiendo un post cada mañana en Facebook, como si mis amigos fuerais el sultán Shahriar y estuvierais dudando de si cortarme o no la cabeza cada día.
Aunque ya puestos no me importaría ser Marcel Proust, y darme una vuelta de vez en cuando por el camino de Swann de la mano de Odette de Crécy. Digo esto porque el pintor francés Jacques-Émile Blanche (1861-1942) pintó a la bailarina Ida Rubinstein como Scheherazade, pero también es el autor del famoso retrato de uno de los tres o cuatro escritores más importantes del siglo XX. Los colores de la tercera foto que he puesto me recuerdan a ese cuadro de Scheherazade. Así que vuelvo a sentarme en una silla del Café Gijón y a observar la actuación de la actriz Ángela Guzmán, en una fotografía que nos hizo Silvia López hace un mes y pico.
Y mientras tanto me tomo un café y escucho las tres canciones de Maurice Ravel sobre Scheherazade. Ravel empezó a escribir una ópera, pero la dejó a medias. Tiempo después leyó unos poemas firmados por Tristán Klingsor, pseudónimo de León Leclère, y puso música a tres de ellos: "Asia", "La flauta encantada" y "El indiferente".
https://www.youtube.com/watch?v=0O72yiqsWFA
Dedicó las canciones a la soprano Jeanne Hatto, que las estrenó el año 1904 en la Société National de París. El ciclo comienza con la intensidad y voluptuosidad de "Asia" (inspirada en algunos temas de la ópera de 1899). Es la primera y más extensa. La protagonista sueña con tierras exóticas. Muchas líneas se inician con la frase "Quisiera" para introducir imágenes de joyas, princesas, paisajes e incluso asesinos, mientras que la música alcanza el clímax cuando acompaña a la frase "quisiera ver morir de amor o de odio".
"Asie, Asie, Asie.
Vieux pays merveilleux des contes de nourrice
Où dort la fantaisie comme une impératrice
En sa forêt tout emplie de mystère.
Asie,
Je voudrais m’en aller avec la goëlette
Qui se berce ce soir dans le port
Mystérieuse et solitaire
Et qui déploie enfin ses voiles violettes
Comme un immense oiseau de nuit
dans le ciel d’or.
Je voudrais m’en aller vers des îles de fleurs
En écoutant chanter la mer perverse
Sur un vieux rythme ensorceleur.
Je voudrais voir Damas
et les villes de Perse
Avec les minarets légers dans l’air.
Je voudrais voir de beaux turbans de soie
Sur des visages noirs aux dents claires.
Je voudrais voir des yeux sombres d’amour
Et des prunelles brillantes de joie
En des peaux jaunes comme des oranges;
Je voudrais voir des vêtements de velours
Et des habits à longues franges.
Je voudrais voir des calumets entre des bouches
Tout entourées de barbe blanche;
Je voudrais voir d’âpres marchands
aux regards louches,
Et des cadis, et des vizirs
Qui du seul mouvement de leur doigt
qui se penche
Accordent vie ou mort au gré de leur désir.
Je voudrais voir la Perse,
et l’Inde, et puis la Chine,
Les mandarins ventrus sous les ombrelles,
Et les princesses aux mains fines,
Et les lettrés qui se querellent
Sur la poésie et sur la beauté.
Je voudrais m’attarder au palais enchanté
Et comme un voyageur étranger
Contempler à loisir des paysages peints
Sur des étoffes en des cadres de sapin
Avec un personnage au milieu d’un verger.
Je voudrais voir des assassins souriant
Du bourreau qui coupe un cou d’innocent
Avec son grand sabre courbé d’Orient.
Je voudrais voir des pauvres et des reines;
Je voudrais voir des roses et du sang;
Je voudrais voir mourir d’amour
ou bien de haine.
Et puis m’en revenir plus tard
Narrer mon aventure
aux curieux de rêves,
En élevant comme Sindbad
ma vieille tasse arabe
De temps en temps jusqu’à mes lèvres,
Pour interrompre le conte avec art".
"Asia, Asia, Asia.
Viejo país maravilloso de cuentos de nodriza
donde duerme la fantasía como una emperatriz
en su bosque lleno de misterio.
Asia,
allí quisiera ir con la goleta
que se mece esta noche en el puerto
misteriosa y solitaria
y que al fin despliega sus velas violetas
como un inmenso pájaro nocturno
en el cielo dorado.
Quisiera ir a las islas de las flores
oyendo cantar al perverso mar
sobre un viejo ritmo encantador.
Quisiera ver Damasco
y las ciudades de Persia
con los minaretes ligeros en el aire.
Quisiera ver hermosos turbantes de seda
sobre rostros negros de dentadura clara.
Quisiera ver ojos sombríos de amor
y pupilas brillantes de alegría
y pieles amarillentas como naranjas;
quisiera ver ropas de terciopelo
y túnicas de largos flecos.
Quisiera ver pipas entre los labios
rodeados de barba blanca;
quisiera ver astutos mercaderes
de miradas desconfiadas,
y cadíes, y visires
que con el solo movimiento de su dedo
al arquearse
conceden vida o muerte a voluntad.
Quisiera ver Persia,
y la India, y después China,
a los orondos mandarines bajo las sombrillas,
y las princesas de manos delicadas,
y a los eruditos que disputan
sobre la poesía y la belleza.
Quisiera demorarme en el palacio encantado
y como un viajero extranjero
contemplar a placer paisajes pintados
sobre telas en marcos de madera de pino
con una figura en medio de un vergel.
Quisiera ver a asesinos sonriendo
al verdugo que corta un cuello inocente
con su gran cimitarra de Oriente.
Quisiera ver pobres y reinas;
quisiera ver rosas y sangre;
quisiera ver morir de amor
o bien de odio.
Y después volver más tarde
a contar mi aventura
a las personas ávidas de sueños,
levantando como Simbad
mi vieja taza árabe
de cuando en cuando hasta mis labios,
para interrumpir con arte mi relato".
En la segunda, "La Flauta Encantada", tiene a una esclava prisionera como protagonista, que escucha a lo lejos el sonido de una flauta y siente cómo ese sonido acaricia su mejilla:
"L’ombre est douce et mon maître dort
Coiffé d’un bonnet conique de soie,
Et son long nez jaune en sa barbe blanche.
Mais moi, je suis éveillée encor
Et j’écoute au dehors
Une chanson de flûte où s’épanche
Tour à tour la tristesse ou la joie.
Un air tour à tour langoureux ou frivole
Que mon amoureux chéri joue,
Et quand je m’approche de la croisée,
Il me semble que chaque note s’envole
De la flûte vers ma joue
Comme un mystérieux baiser".
"La sombra es dulce y mi amo duerme
tocado con un bonete cónico de seda,
y su larga nariz amarillenta en su barba blanca.
Pero yo aún estoy despierta
y escucho desde fuera
la canción de una flauta en que se despliega
ora alegría, ora tristeza.
Una melodía ora lánguida, ora frívola
tocada por mi amado,
y cuando me acerco a la ventana,
me parece que cada nota vuela
desde la flauta a mi mejilla
como un beso misterioso".
La tercera, "El Indiferente", juega con la ambigüedad sexual: un joven, sabiendo que ha conmovido e inquietado al poeta, sigue su camino con total indiferencia.
"Tes yeux sont doux comme ceux d’une fille,
Jeune étranger,
Et la courbe fine
De ton beau visage de duvet ombragé
Est plus séduisante encor de ligne.
Ta lèvre chante sur le pas de ma porte
Une langue inconnue et charmante
Comme une musique fausse…
Entre!
Et que mon vin te réconforte...
Mais non, tu passes
Et de mon seuil je te vois t’éloigner,
Me faisant un dernier geste avec grâce
Et la hanche légèrement ployée
Par ta démarche féminine et lasse".
"Tus ojos son dulces como los de una niña,
joven extranjero,
y la fina curva
de tu hermoso rostro de plumón ensombrecido
tiene un perfil aún más seductor.
Tus labios cantan a los pies de mi puerta
en una lengua desconocida y encantadora
como una música desafinada…
¡Entra!
Y que mi vino te reconforte...
Pero no, pasas de largo
y te veo alejarte de mi umbral,
haciéndome un último gesto garboso
y balanceando ligeramente la cadera
con tu andar femenino e indolente".
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