jueves, 19 de julio de 2018

"Ergon y parergon".

"Mirad el cuadro con detalle, sus silencios, la nieve llena de ausencias y distancias olvidadas.

El profesor de Literatura Comparada sonrió con la sencillez e ironía a las que nos tenía acostumbrados, situó la mano abierta sobre la pizarra y volvió a repetir lo mismo. Teníamos que buscar el tiempo durante aquella clase, pero también el espacio, el mito, el símbolo, el signo, la metáfora, la figura.

Era preciso penetrar en aquella vieja fotografía como si no hubiese otra manera de observar la belleza de lo efímero.

Seguro que la habría utilizado durante años con sus alumnos, me dije.

¿Contempláis la cosmovisión de Brueguel?, dijo tras unos minutos de aplastante silencio, y yo pensé que introducir distintos elementos en el paisaje no lo distorsionaba, ni siquiera el hecho de pensar en las novelas de Beckett, “nihil in intellectu”, y observar a la chica que estaba a mi lado, con su mirada perdida a través de la ventana, en ese campo humedecido por la fina lluvia de octubre.

Al terminar la clase la invité a pasear por los alrededores de la Facultad. Me dijo que era de Las Palmas y soñaba con hacer el doctorado sobre literatura africana en la Universidad de Harvard.
Hasta entonces podríamos irnos conociendo.

Y nos integramos en el paisaje".

(No sé por qué he recordado uno de mis "Cuentos de los otros" mientras esperaba varias horas a que saliera un pequeño avión en un aeropuerto casi olvidado).

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