jueves, 26 de julio de 2018

"El mundo es tan inmenso que cabe dentro de mi cerebro".

Por ejemplo, entre las líneas de uno de mis cuentos, donde leo que Sotelo habla con Murakami a la sombra de un olivo. Mientras tanto yo, que no soy ese Justo Sotelo del cuento, continúo observando rostros a lo largo de este mundo, pasando los dedos y las teclas del ordenador por las huellas de los cuerpos, buscando interpretar las fronteras marcadas por sus sentidos, como los países, recorriendo miles de kilómetros de carreteras secundarias llenas de lugares secretos, casi quiméricos, que solo conducen a mi propio interior. En ocasiones me he encontrado con Hermes, y he recordado que Homero dijo de él que tenía ingenio y astutos pensamientos. Era ladrón, cuatrero de bueyes, jefe de los sueños, espía nocturno y guardián de las "puertas".

(La primera fotografía y ese dedo tan seguro de sí mismo son de Almudena Mestre, el pozo de mentira pertenece a Haruki Murakami y el de verdad a Yolanda Gonzalez Lopez, y está en la Sierra de Francia, que como es sabido no se encuentra ni en Francia ni en ninguna de las islas que forman Japón. La segunda fotografía me la envió ayer por la tarde Angeles Vazquez. Me dijo que tenía pensado darse una vuelta este verano por Japón de la mano de Murakami y Sotelo).

Y así volverán a encontrarse el japonés y el español en la mente de Ángeles.

De alguna forma todos los que escribimos tenemos algo de Hermes.

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