lunes, 30 de julio de 2018

"Reflexiones de un viajero".

Aunque es verdad que con las redes sociales, e Internet en general, uno no se desconecta del todo, es indudable que darte una vuelta por el mundo de vez en cuando ayuda a relativizarlo casi todo.

Una de las cosas más curiosas de mi país es cómo se mete tanta gente con él, pero dentro de España, porque por lo que observo en el extranjero se nos respeta bastante.

No deja de ser curiosa esa obsesión por afirmar que en España no existe democracia, cuando es posible que sea uno de los países más adelantados, progresistas y demócratas del mundo. Recuerdo cuando se aprobó en España el matrimonio de los homosexuales, con el presidente Zapatero en La Moncloa, lo que convirtió a este país en uno de los más avanzados del mundo en derechos sociales (junto a otras medidas, claro). Algunos amigos míos franceses me dijeron que envidiaban a España. No me apetece decir nada sobre el error monumental del "Bretain exit" o de todos los "brexit" que se nos ocurran.

Aquí hay problemas como en todas partes e injusticias que hay que eliminar. Quizá el nivel medio cultural debería aumentar un poco, aunque ya sé que no se puede pedir a todo el mundo que me hable de Wittgenstein, Borges, Foucault, Ortega y Lévi-Strauss. Podríamos hablar un poco más bajo en los cafés, eso sí, y no tirar papeles al suelo, respetar más el medio ambiente, leer más, ir más al cine y al teatro. 

Y escuchar más a Beethoven y Mahler.

(El grabado es de Matthaeus Seutter, "Novissima et Accuratissima Regnorum Hispaniae et Portugalliae Mappa Geographica", Augsburg, 1734).

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