He puesto la fotografía del británico, de origen japonés, Kazuo
Ishiguro, un escritor notable, que fue el último en ganarlo el año 2017,
ya que en 2018 no se entregó debido a los casos de tráfico de
influencias y denuncias por abusos sexistas y de otro tipo que se
produjeron dentro de la Academia sueca.
A Kazuo Ishiguro lo leía antes de que le dieran el Nobel, al menos desde la adaptación al cine de su novela
"Lo que queda del día", con unos geniales Anthony Hopkins y Emma
Thompson en los meses anteriores a la Segunda Guerra Mundial. En este
sentido mucha gente me pregunta qué opino sobre estos premios o
cualquier otro tipo de premio literario (como lo hizo en una entrevista
telefónica una periodista de París cuando se empezó a hablar de Haruki
Murakami como candidato al Nobel). Y siempre respondo lo mismo. Si el
mundo de la economía y la política está lleno de lobbies y todo tipo de
grupos de poder que mueven los hilos, por qué no iban a existir en el de
la cultura. Tampoco es una cosa que me quite el sueño; cada cual
fabrica su vida como quiere o como puede. A mí me gusta pensar que el
arte, el cine y la literatura son manifestaciones artísticas
universales, que siguen la idea de Goethe, y por tanto son
independientes, abiertas, libres de localismos, corporativismos y
amiguismos.
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