Ya sé que es ficción, pero es una buena y en ocasiones muy buena ficción.
Aristóteles hablaba de la coherencia y la credibilidad como los dos
factores fundamentales de una tragedia. Esta película se basa en un
personaje de la serie Batman, y sería la típica película sobre los
"orígenes" de alguien si no estuviera protagonizada por Joaquin Phoenix,
capaz de convertir en creíble cualquier papel, incluso el de un enfermo
mental al que todo se le tuerce en la vida. Hace unos meses
le vi en "Los hermanos Sisters", una monumental película francesa del
Oeste. Sin embargo, lo que me ha hecho escribir este post es otra cosa,
de esas que siempre miramos de lado, pero que tal vez tengan un
significado interesante. El otro día la gente aplaudió al acabar la
película de Amenábar sobre Unamuno, y ayer también lo hizo al terminar
la de "Joker". La diferencia es que en esta última había más jóvenes que
en la otra. Supongo que si hubiera dicho a los jóvenes que me contaran
cosas de Unamuno, apenas habrían sabido hacerlo, lo mismo que con los
mayores respecto de Joker. Y así se mezcla la ficción con la realidad,
siempre desde la propia ficción. Y también lo hacen las distintas
generaciones. "Joker" es una película de esta época, violenta, dura, con
personas en el paro y ratas que corren por las calles. En realidad,
pensándolo bien, aquella época de los años treinta no era muy diferente.
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