El avión de vuelta tiene también algo del poema de Eliot, de ese fin que a la vez es el principio de todo.
Se me ocurre pensar, después de atravesar el control de pasajeros, que
el escritor sirve para casos como este. Se trata de apresar, gracias a
la literatura, ese instante que transcurre entre el despegue y el
aterrizaje de un avión, un instante que puede durar varias horas.
Todo el mundo se sube y se baja de un avión, pero el escritor es el único que viaja sin la necesidad de subirse en él.
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