Lo bueno
de subirme tantas veces a un avión es que puedo leer mucho, por ejemplo,
el último libro de relatos de la escritora y profesora Emma Prieto, que
me regaló en una de las recientes tertulias del "Café Gijón".
La
madrileña Emma Prieto creció en Las Palmas, y ahora vive de nuevo en
Madrid. Está licenciada en Ciencias de la Información y ha publicado
dos libros de relatos, "Extravíos", 2017, y "Escamas en la piel", 2018,
que acabo de leer. En las 17 historias de este libro, los personajes se
van despojando, paulatinamente, de las escamas de las que habla el
título, pero a la vez se esconden detrás de ellas, quizá como la propia
autora. Lo hacen desde una aguda mezcla de delicadeza e ironía. En
apariencia Emma Prieto describe el mundo de la cotidianidad, pero es una
visión inexacta o al menos es lo que parece pedir al lector para
establecer con él el conocido "pacto de ficción", cuya lógica hace
avanzar la lectura. En seguida se destruye esa apariencia con la
utilización de un lenguaje muy pensado. Como ocurre con las buenas obras
de la historia de la literatura, el lenguaje de este libro es lo que
sirve para unir las diferentes tramas (para que una dentista se vengue
de su ex pareja, un muchacho se transforme en un peculiar y posmoderno
Gregorio Samsa o un nuevo barón rampante sin bajarse de la hamaca del
porche, y también lo haga una niña que no quería comer, transformándose
ahora en un pájaro, como en las clásicas Metamorfosis de Ovidio). Cuando
parece que nos está hablando de una historia costumbrista, a mitad del
relato se adentra en el terreno de lo fantástico, incluso de cierto
terror, más interior que físico. Por otra parte es un acierto y a la vez
un rasgo muy posmoderno que la autora se mezcle con sus personajes. Es
algo más que el recurso técnico del "autor implícito".
Prieto es una escritora actual que domina el "tiempo" y el "espacio"
del texto, como pedía Kant en el hecho cognoscitivo, y eso es lo que
pido yo a la buena literatura.
(Emma Prieto a la izquierda, en una tertulia del "Café Gijón").
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