El año 1974 Barthes viajó a China para "reflexionar" sobre este país.
Lo hizo entre el 11 de abril y el 4 de mayo, junto al grupo de la
revista parisina "Tel Quel", Philip Sollers, Julia Kristeva y Marcelin
Pleynet, y el filósofo Jean Whal.
Me interesan esas reflexiones a
la hora de organizar las ideas de un ensayo que estoy escribiendo.
Entonces había menos información, aunque no creo que ahora seamos
capaces de pensar las cosas sin pausa, sin tiempo, sin reflexionarlas
antes. Se desconocía casi todo de la
revolución comunista, a pesar de que un semiótico como Barthes lo que
buscaba eran los "signos" de un país como China. El grupo visitó
fábricas, comunas, escuelas, y no pudo escapar al tour ideológico ni a
las más perfectas postales maoístas. A Barthes le sorprendieron la falta
de exteriorización de la sexualidad y la opacidad de casi todas las
manifestaciones.
Desde
luego el diario es un objeto personal, sin artificio y montaje, un tipo
de documento valioso que sirve para acercarse a la mente de los grandes
pensadores. Sin entender sus reflexiones no es fácil que nosotros seamos
capaces de hacer reflexiones mínimamente interesantes y trascendentes
sobre el mundo que nos ha tocado vivir.
Reconozco que me gusta pasear despacio, por Madrid y por cualquier parte del mundo.
Reconozco que me gusta pasear despacio, por Madrid y por cualquier parte del mundo.
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