Anoche me dormí pensando en Shostakovich, en la belleza de su música y en las dificultades que pasó para componer en su país.
Sé que hay muchos asuntos en los que podría entretenerme antes de irme a
la cama. El caso es que tenía que terminar de escribir una cosa y
estuve escuchando el Concierto de piano nº 2 del compositor ruso.
Siempre que me gusta algo lo escucho varias veces seguidas. Es mi forma
de entender las cosas y de que no se queden en la epidermis. Aunque
tengo un par de versiones en disco, busqué otras en Youtube. Descarté varias excelentes, incluso de Bernstein.
El concierto es del año 1957 y lo compuso para su hijo Maxim, que se
iba a diplomar en el Conservatorio de Moscú como pianista. Mientras
escribo el post, escucho de nuevo el segundo movimiento, el andante
(minuto 8.25), de una belleza sencilla y serena. La pianista es Brianda García Álvarez,
una joven intérprete gallega, y está acompañada por una orquesta de
jóvenes músicos del Conservatorio de Utrecht. Hace unos minutos he leído
un post interesante del escritor cordobés Vicente Luis Mora
sobre la diferencia que puede existir entre los verbos "exponerse" y
"exhibirse", por ejemplo en las redes sociales (ya he contado alguna vez
cómo Vicente y yo compartimos en una ocasión un tren y un taxi desde
León). Echo un vistazo en Google para saber quién es la pianista. Se
encuentra en Facebook (todo el mundo está en Facebook, salvo mi amiga la
escritora Marta Sanz, a la que no hay manera de convencer), y también
la versión del concierto que he debido de escuchar 10 veces en las
últimas horas.
En fin, voy a seguir escribiendo.
Este es el concierto:
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