En esta foto de hace unos días hacía frío y llovía.
Los pasajeros nos pusimos unos chubasqueros rojos y semi transparentes.
El paso del acantilado no era fácil, aunque seguro que el piloto
conocía bien su trabajo, pensé. Era un tipo fuerte, alto y bien
parecido, pero su destreza en el manejo de la embarcación no pudo evitar
varios volantazos, y algunos mareos. Antes de llegar a nuestro destino,
un sujeto con cara de pocos amigos, y el rostro atrevesado por una
cicatriz de arriba abajo, me señaló con el dedo como si fuera a
perdonarme la vida, luego miró al piloto y gritó entre grandes
aspavientos que yo era el culpable de su nerviosismo con el timón.
Entonces me temí lo peor. Como llevo gafas desde niño, siempre he
rehuido cualquier tipo de enfrentamiento físico, sobre todo con alguien
más corpulento y menos inteligente que yo. La cosa se arregló cuando una
chica se puso a cantar una canción con una voz dulce y acompañándose de
una guitarra.
No tenía mucho que ver con ese lugar, pero así me gusta vivir la vida, como una película que no tiene mucho que ver:
https://www.youtube.com/watch?v=ErGKJdCLN94
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