"Al
principio nos cogimos cariño mientras ella me hablaba de Virginia Woolf y
yo de John Maynard Keynes, es decir los dos mayores genios del "Grupo
de Bloomsbury", ese conjunto de artistas británicos que se reunían cerca
del British para intentar cambiar las costumbres, la literatura y el
arte de su época..."
Hoy hablo de este libro en mi artículo del "Diario Progresista".
Lo hago más que nada de mi amistad con su autora y de sus consejos para
que no dejara de ser un escritor libre e independiente, como este: "Si
tienes que hacer la pelota a un escritor para conseguir premios y fama
elige uno que te guste y esté muerto. Así lo único que podrás sacar de
él es sabiduría e iluminación".
https://www.diarioprogresista.es/uno-de-los-mejores-libros-de-cuentos-que-he-leido-por-justo-sotelo/
"Este libro se vino conmigo en mi último viaje por ahí, aunque ya lo
ha hecho más veces. Lo escribió una mujer que sabía escribir
“literatura” y enseñarla en la Universidad, que no se casaba con nadie
(salvo con Juan, su marido), que no tenía pelos en la lengua y que
siempre que viajaba de Zaragoza a Madrid, sobre todo para las reuniones
en la Asociación Colegial de Escritores (ACE), me llamaba para tomar un
café y charlar un rato. Ahora que lo pienso es de las pocas mujeres
(escritoras) con las que he tomado un café.
Ya me he referido alguna vez a nuestros paseos por Alonso Martínez y la Gran Vía hablando sobre todo de Borges.
Al principio nos cogimos cariño mientras ella me hablaba de Virginia
Woolf y yo de John Maynard Keynes, es decir los dos mayores genios del
“Grupo de Bloomsbury”, ese conjunto de artistas británicos que se
reunían cerca del British para intentar cambiar las costumbres, la
literatura y el arte de su época, y que vinieron a Madrid en alguna
ocasión con el fin de dar una charla en la Residencia de Estudiantes, lo
más parecido que teníamos aquí a su mundo, antes de que la incultura
terminara con él tras la Guerra Civil.
No he conocido a nadie que supiera más de Virginia Woolf que ella. Lo
leyó todo de la escritora y sus amigos, visitó sus casas de Londres y
del campo, se trasladó a su época incluso muchas veces con la ayuda de
la imaginación. Varios de sus libros hablan de la escritora inglesa y de
su grupo, incluso un libro póstumo que me apeteció presentar hace un
tiempo en la librería Alberti de mi barrio. Y hasta me animó a escribir
algo sobre Woolf en la Revista Turia, que codirigió muchos años.
El otro día leí en alguna parte que las personas no mueren, sino que desaparecen.
Ana María Navales (1939-2009) no va a desaparecer de mi mundo porque
le dediqué una de mis novelas “in memorian” y porque me cae bien la
gente diferente, libre e independiente. Como me dijo ella unos meses
antes de morir, Justo, sigue siendo libre e independiente y si tienes
que hacer la pelota a un escritor para conseguir premios y fama elige
uno que te guste y esté muerto. Así lo único que podrás sacar de él es
sabiduría e iluminación".
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