lunes, 29 de julio de 2019

"El punto de fuga del placer o la feminidad".

Tantas horas en avión te permiten continuar releyendo a Barthes. El otro día hablé de él por aquí, al referirme al viaje a China. Llega un momento en el que se relee lo que es realmente bueno y lo demás se queda en ese lugar extraño de la inmensa biblioteca del cerebro.

Para el filósofo francés, el susurro del lenguaje es un ruido límite, algo que no tiene nombre ni origina ruido alguno, ya que es perfecto. Susurrar es dejar que se oiga la evaporación del ruido. En esas circunstancias lo tenue, lo abstracto, lo que se estremece se reciben como signos de la anulación sonora. El susurro de la lengua constituye una utopía, la de una música del sentido. El sentido que no se puede dividir, ni penetrar, que es innombrable, aparece a lo lejos como un espejismo, el punto de fuga del placer. Es como se materializa el estremecimiento del sentido, algo que puede interrogarse al escuchar el susurro del lenguaje.

La primera vez que leí este libro la música de Rachmaninov no se me iba de la cabeza. Los aviones actuales son modernos y llevan música incorporada en los asientos, interpretada incluso por Khatia Buniatishvili, que dentro de poco tocará en Madrid. Esta pianista georgiana ha revolucionado la forma de interpretar la música clásica no solo por su técnica y calidad, sino también por su feminidad:

https://www.youtube.com/watch?v=tSvq_GnGfTI


No hay comentarios:

Publicar un comentario