Es una frase que dice
Dostoyevski en su novela "El idiota". La he recordado paseando por esta
playa desierta al amanecer. La frase resume una de las máximas
aspiraciones del ser humano para lograr la felicidad, y quizá solo le
falta la música.
En un escenario a media luz donde la espuma de
las olas adquiere la figura de una sirena, no es el momento del rock
progresivo y sinfónico de "Dark Side Of The Moon", "Another Brick In The
Wall" y "The End". A la voz rota y
melancólica de David Gilmour, el viejo vocalista y guitarrista de "Pink
Floyd" (ahora que se acaban de cumplir los 55 años del nacimiento del
grupo), lo que le sienta bien es Bizet, como a mi sirena.
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