Apenas he empezado a leerlo e intuyo que su lectura me va a llevar mucho tiempo.
La primera impresión es que este libro son todos los libros, como el fuego de Cortázar son todos los fuegos, y que Eloy Tizón
se ha reconstruido a través de él desde sus veintipocos años hasta que
ha decidido subirse en la línea 5 del Metro para ver a la mujer con tres
barbillas, al hombre que tiene un hermano gemelo en alguna parte y a
aquel al que se le han enganchado los cordones de los zapatos en la escalera mecánica.
Es lo bueno que tiene la literatura.
Decía que si Tizón ha estado toda la vida esperando para escribir este libro, creo que yo voy a estar muchos meses leyéndolo. Será el tiempo que tarde en reconstruir en mi interior cada uno de sus pequeños ensayos (prólogos, recensiones, artículos sobre libros y escritores). Seguro que no llegarán a ser 100 años de soledad en Robledo de Chavela, o en cualquier otro lugar donde instalemos la infancia y sus veranos, y que él y yo no estaremos de acuerdo en todas las interpretaciones. No obstante, el mundo es inmenso gracias a los libros y para empezar ya me apetece estrechar la mano a Eloy Tizón por ensancharlo aún más.
Después de todo en Macondo seguirá lloviendo cuatro años, once meses y dos días, por lo menos.
Decía que si Tizón ha estado toda la vida esperando para escribir este libro, creo que yo voy a estar muchos meses leyéndolo. Será el tiempo que tarde en reconstruir en mi interior cada uno de sus pequeños ensayos (prólogos, recensiones, artículos sobre libros y escritores). Seguro que no llegarán a ser 100 años de soledad en Robledo de Chavela, o en cualquier otro lugar donde instalemos la infancia y sus veranos, y que él y yo no estaremos de acuerdo en todas las interpretaciones. No obstante, el mundo es inmenso gracias a los libros y para empezar ya me apetece estrechar la mano a Eloy Tizón por ensancharlo aún más.
Después de todo en Macondo seguirá lloviendo cuatro años, once meses y dos días, por lo menos.
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