domingo, 19 de junio de 2022

"El invierno de los jilgueros", de Mohamed El Morabet.

Mohamed El Morabet sabe que la literatura posmoderna de calidad se basa en el dominio del lenguaje, aplicado o no a la clásica idea de "mímesis" que defiende Auerbach, por ejemplo. Siempre ha sido así, pero ahora lo es más que nunca, con textos leídos y analizados en un viaje que es exterior y sobre todo interior, donde el narrador se disfraza de otros personajes que cuentan historias, como en la mejor tradición oral. 
 
Algo así es lo que dije cuando Mohamed nos presentó en 2019, en la tertulia del Café Gijón, su primera novela, "Un solar abandonado" (editorial Sitara), en un momento que recoge la segunda fotografía, donde también aparece el tertuliano Antonio Banus, mientras me dedica la novela. 
 
Ahora ha publicado su segunda novela, "El invierno de los jilgueros" (2022, Galaxia Gutenberg), con la que ha conseguido un premio. Él asistió durante varios años a la tertulia de literatura de "Este o Este" (la tercera fotografía es de 2015 con Pilar Azorín y Gabriela Amoros) y después también a la del Café Gijón, que aparece mencionada en "Un solar abandonado". La primera foto la hice el otro día en el Café Comercial tras comprarme la novela en la Casa del Libro de la Gran Vía, ese lugar adonde me llevaba mi madre de la mano de pequeño, y a la que he dedicado varios pasajes de mis novelas y un cuento. Pedí un café con churros y la encargada del Café me trajo, además, un ejemplar del libro editado por Rafael Soler sobre la larga historia del Café Comercial, desde 1887. Al lado de mi mesa charlaban una editora y una joven escritora. Mientras empezaba a leer la novela de Mohamed, escuché cómo la editora encargaba a la joven escritora una novela que debía situarse en el sureste de Asia, donde llevaba viviendo un tiempo. Estuve a punto de meterme en la conversación, pues estas cosas siempre me han resultado curiosas, pero continué leyendo mi novela. Musa es el hermano del protagonista, Brahim, y regresa a la casa de la madre en Alhucemas -donde también nació Mohamed en 1983-, tras la "Marcha Verde", como una especie de servicio militar, lo que permite a Mohamed situarnos en la casa del protagonista con un movimiento de cámara y como si estuviéramos viendo una película. Y en las siguientes páginas nos cuenta la vida cotidiana de los dos hermanos con una madre que tiene que coser para ganar dinero. El lenguaje es conciso, nada retórico; a veces se deja llevar por lo poético, incluso por lo onírico, y pienso en Chikri, Vila-Matas, incluso Mahfuz y Said. Desde aquel lugar tan próximo y a la vez tan lejano de España, ellos seguían el mundo de cerca, por ejemplo, a través de la Cadena Ser de Sevilla. En cierto momento, Musa compró un disco con el salario de su primer trabajo, y desde entonces Brahim no dejó de escuchar a Diana Ross, José Feliciano y esta canción:
 
A mitad de la novela aparece Olga, una madrileña con una compleja personalidad, que se va a Tetuán como profesora de Bellas Artes, y allí se encontrará con un joven Brahim, que también se marcha a Tetuán a estudiar dibujo, pero esta es otra historia, con un lenguaje incluso distinto. En la tercera parte volvemos a la vida cotidiana de Brahim y la novela se cierra de una manera circular el año 1991. En las últimas páginas de la novela se escucha mucho a Mahler, lo que estoy haciendo ahora yo:
 
Seguiré leyendo las próximas novelas que escriba Mohamed.
 



 

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