Y ahí están los dos patinetes, charlando de sus cosas, mientras yo callejeo por las calles de Madrid, como ayer, por los alrededores de Chueca. No puedo evitar canturrear alguna melodía del músico que da nombre a la plaza y al barrio a la vez que pienso que los seres humanos nos tomamos demasiado en serio. Seguro que es lo que se decían los patinetes.
Ser feliz es gratis:
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