jueves, 23 de junio de 2022

"El escritor se deja pagar por sus propias confesiones en el sistema capitalista".

Esta es una frase del filósofo alemán Water Benjamín que retoma la alegoría de Baudelaire para referirse al literato (donde se incluía) al que llama "prostituta, en la naciente sociedad de consumo". Lo que ninguno podía imaginar en su época es el papel que iba a tener el escritor virtual en el actual siglo XXI. Es interesante la distinción de Lévi-Strauss entre mitógrafo y mitólogo con relación al escritor. El primero ayuda a cimentar el sentido sobre la figura y la obra guiado por su único "gusto personal". El académico-mitólogo, más objetivo, supone que la obra le habla y de esta manera trata de descifrar lo que le dice.
 
Anoche me dormí leyendo un artículo de una revista mexicana, "La colmena", donde alguna vez he actuado como lector y me enviaron el otro día, "Yo es otro”: el mito, el poeta y el fotógrafo", escrito por el profesor de la Universidad Autónoma de México José Antonio García-Sandoval:
 
Sus conclusiones son interesantes:
 
"El escritor puede contener otras voces, lo que entendemos como polifonía. O, bien, labrarse su máscara pública como el escritor y fotógrafo Juan Rulfo (...) La rebelión personal rimbaudiana provocó una reacción poética en masa, multivectorial, atemporal: en Pizarnik y Neruda, en Patti Smith, Picasso, Brecht, Pasolini. Kristin Ross citó a Rancière para metaforizar cómo el circuito del dinero busca abolir las condiciones para que los átomos (personas) logren organizarse y conformar una fuerza suficiente para derrocar al Estado. El “yo es otro” sigue vigente".
 
Hoy me despierto escuchando a la "madrina del punk", que además de cantante fue poeta y narradora. En 2010 ganó el "National Book Award" por sus memorias. Trabajando en una joyería de New York se hizo muy amiga del fotógrafo Robert Mapplethorpe, que realizó las portadas de sus discos (ambos en la foto, una de las parejas con más glamour del siglo). Loyd Ziff, recién graduado del Instituto Pratt, los fotografió desnudos en el Hotel Chelsea, lo que ya había hecho un año antes en Hall Street. Ambas sesiones se convirtieron en icónicas del arte norteamericano. El propio Lloyd escribió: "Han pasado 50 años y se han convertido en documentos de una época en que dos de los artistas estadounidenses más importantes eran muy jóvenes, muy bellos y muy ambiciosos".
 
"Because The Nigth", por supuesto:
 

 

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