Paseando un miércoles por la mañana por el viejo Madrid se pueden encontrar lugares con encanto, como esta escondida peluquería en la que buscan a un "chico malo". Mientras sacaba la fotografía me preguntaba si las chicas de hoy continúan fijándose en los "chicos malos" y enamorándose de ellos, pero terminan quedándose con los "chicos buenos", como ocurría en mis tiempos. Se lo preguntaré a mis alumnas, ya que me paso el día entre los jóvenes. Y ahora me tomo un café, observo mejor la fotografía y me vienen a la cabeza los arlequines de Picasso. Siendo adolescente, Picasso sucumbió al encanto de Rosita del Oro, amazonas del Circo Tívoli de Barcelona, que le abrió las puertas del circo y sobre todo de la vida cotidiana de los payasos y saltimbanquis. En París se encontró con artistas y bohemios y descubrió la Commedia dell´Arte. Ahora los dibujos de saltimbanquis y amazonas surgirán de la penumbra, realzados por las paredes azul oscuro de unos montajes que evocan el ambiente circense con luces que parecen cuerdas de tramoyas o látigos para los caballos.
Como siempre me han comparado con Pacino, uno de los "chicos malos" del cine de Hollywood, me tomo el primer café de la mañana escuchando "Brucia la terra":
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