Anoche me fui al teatro para ver la obra con la que nace el mito de Don Juan, escrita por Tirso de Molina (1630). Es una representación minimalista, con ropa actual, sin apenas decorados y que busca dar valor al texto. Se inicia con un curioso desnudo integral de Don Juan de cara al público. Este personaje quizá sea el mayor mito de la literatura española.
Me han llamado Don Juan muchas veces, por supuesto de manera equivocada, ya que lo más cerca que he estado de este personaje mítico es cuando estudié una asignatura con ese mismo nombre en la facultad de Filología de la Complutense, o lo incluí en mi última novela "Poeta en Madrid", como un personaje que inspira a Gabriel Relham, el protagonista, un tipo que está escribiendo una novela en una buhardilla del centro de Madrid y al que visitan Mahler, Mozart, Beethoven, Borges, Gide, Beckett, Goethe y Don Juan, entre otros personajes.
Después del teatro me bebí unas copas de Möet Chandon, y ahora me despejo de la resaca tomándome un café y escuchando un vals como el de la Suite de Jazz nº 2 de Shostakovich, que tanto me gusta.
No soy un Don Juan, pero tampoco un santo:
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