Comiendo un día en la facultad (yo le daba de comer y él bebía con una pajita) me pidió un favor, que escribiera en su nombre una carta de amor a una chica de clase que le gustaba. Me dijo que todas las chicas se fijaban en mí, pero que nadie lo hacía en él, y necesitaba ayuda. A pesar de su parálisis cerebral, a él le gustaban las mismas chicas guapas que a mí.
Hasta aquí un episodio concreto de mi vida.
Ayer vi en los Renoir "La consagración de la primavera", el segundo largometraje de Fernando Franco, con Valéria Sorolla (que se come la pantalla durante dos horas), Telmo Irureta y Emma Suárez. "Laura es de Mallorca y se viene a vivir a un Colegio Mayor de Madrid para estudiar Químicas en la Complutense. Sola y casi sin dinero, intenta adaptarse a la Universidad sin poder evitar las típicas inseguridades de la edad, tanto en la amistad como en el sexo. Cierto día conoce a David por casualidad, un joven con parálisis cerebral que vive con su madre. David le explicará que a menudo pide asistencia sexual, por lo que Valeria se interesará por este mundo y decidirá ofrecerse para ello a cambio de una remuneración económica. David necesita experimentar el placer igual que la propia Laura o los chicos que va conociendo en Madrid y que deben utilizar redes sociales de citas, como Tinder, y beber y drogarse para sentirse más seguros y poder ligar".
Este es el tráiler:
Y esta la música de Stravinsky, obviamente, a pesar de que solo se escucha unos instantes:
Como dice Laura a David en un momento de la película, las lágrimas de alegría saben más dulce que las de tristeza. Por eso me parecen tan necesarias este tipo de películas que superan los tabúes de una sociedad todavía demasiado moralista, y que no toman partido ni se muestran sensibleras.
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