sábado, 6 de mayo de 2023

"¿Alguien ha dicho que las escritoras inteligentes y sensibles no pueden ser guapas?"

Siempre que puedo me acerco a las presentaciones de libros de los miembros de mi tertulia literaria. Esto ocurrió ayer por la tarde con la escritora y profesora Emma Prieto, que presentó en la Librería Lé de Madrid, junto a Cuzco, su excelente libro de poemas "Respirar escarcha" (Eolas, 2023). Su presentadora fue la escritora Valeria Correa-Fiz (que también nos ha acompañado en la tertulia) y las tertulianas Almudena Mestre, Milagros Gonzalvo Luesma y Matilde Tricarico (que sacó las fotos). Valeria analizó este libro como suele hacerlo todo, con delicadeza, elegancia y profundidad, luego habló con Emma e intervine yo (me tenía que ir pronto). Pregunté a Emma (y de paso a Valeria) si creía, como yo, que hay vasos comunicantes entre sus libros de cuentos y los de poemas que yo he leído, entre "Escamas en la piel" (2018), "Radiografía de ausencias" (2020), "Mecánica terrestre" (2021) y este último.
 
Me voy a las páginas 21 y 22:
 
(Se han ido sellando/ desde la infancia/ las tapas y las puertas. Fabio Morábito).
 
"Cuando era pequeña recogía escarabajos.
Mientras en el recreo las otras niñas
jugaban a la comba, al elástico
o se hacían confidencias,
yo me refugiaba,
en el negro brillantísimo y crujiente
de sus caparazones,
del filo doliente de las palabras.
Caminando sobre la palma de mi mano
conseguían aplacar mi quemadura.
Uno a uno los introducía
en una pequeña caja de tapa transparente.
Sus ensimismados cuerpos
eran mi ración del tesoro diario.
Antes de volver a casa
nunca olvidé regresarlos a su lugar.
Es difícil que lo entiendan,
pero aquellos insectos significaban para mí
la indómita libertad de la selva.
Tampoco ellos lo entendieron
cuando una tarde -"monotonía de lluvia
tras los cristales"-
la caja se deslizó de mi bolsillo
y se estrelló contra el suelo.
Huyeron despavoridos por la clase.
Quise llorar, por si sus frágiles extremidades,
la dulzura inocente de sus cuernos,
no encontraban el amor que merecían.
Me contuve.
Mi madre siempre dijo
que es mejor ocultar tus debilidades.
Las manos se me volvieron de sal líquida
y apenas pude captarlos
antes de ser expulsada por alterar el orden.
En el pasillo expliqué a los escarabajos
que, al parecer, todo tenía un principio
y un final
y hasta allí habíamos llegado.
Los deposité después sobre el muro
a la sombra de un olivo azulado.
Cómo me gustaban sus andares erráticos.
Desde algún lugar
llegó un rumor púrpura de vidrios rotos".
 
Obviamente, tanto Emma como Valeria me dijeron que lo que une los cuentos con los poemas es el uso del lenguaje. Pues sí, pensé mientras Almudena me llevaba en su coche hasta Colón. El mundo de la mujer siempre me ha parecido interesante y curioso, aunque no siempre lo he entendido. Después me puse a canturrear esta canción:
 

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